29 de Noviembre de 2015

Extracto de Laurence Freeman OSB, “Anniversary of John Main, December 30th 1996”, WCCM International Newsletter, Winter 1996.


Tal vez uno de los dilemas más desconcertantes para la cristiandad tradicional hoy en día es la forma de comunicar el evangelio de forma no-competitiva en el contexto de las relaciones con otras religiones… Para el cristiano selecto, esto no tiene sentido. Y sin embargo es lo que está sucediendo a nuestro alrededor todo el tiempo. Y tal vez… el Espíritu está tratando de enseñarnos algo. Tal vez la cristiandad está aprendiendo que si es verdaderamente universal debe encontrarse y reconocerse en todas las formas de experiencia espiritual y en toda clase de eventos espirituales.(…)

Estamos llegando en la actualidad a un nuevo diálogo religioso, de tolerancia, reverencia mutua y aprendizaje unos de los otros en una forma tal que aquellos que nos precedieron no se pudieron haber imaginado. Además su pertinencia para los cristianos está atestiguada por el hecho de que es compatible con la personalidad y el ejemplo de Jesús. El no rechazó a persona alguna, toleró a todos y vio el misterio de Dios en todas las personas y en la naturaleza. Comió con aquellos que debió haber despreciado; habló con aquellos que debió haber evitado. Estaba abierto a todos como lo estaba a Dios. (…)

En Jesús, el tiempo y la eternidad se intersectan, la Palabra se convierte el palabras. Pero la intersección sucede en la pobreza del espíritu humano. La pobreza es el punto “donde el misterio infinito se encuentra con la existencia concreta”. La pobreza no es sólo la ausencia de cosas sino también la conciencia de nuestra necesidad: de otros, de Dios. La necesidad humana es universal. Tanto los más ricos y poderosos, como los más pobres y marginados, están todos necesitados.

La necesidad es un sentimiento fuerte que surge en respuesta al hecho de la interdependencia. No estamos separados unos de otros ni de Dios. La sabiduría es el reconocimiento de esta interrelación. La compasión es la práctica de esta interconexión. En la meditación nos sumergimos a un nivel de la realidad más profundo que el de nuestras mentes guiadas por el ego, superficial, las cuales con frecuencia se encuentran atrapadas en la red de la ilusión de nuestra independencia y aislamiento. Desenmarañarse de esta red es el trabajo diario de la meditación y es también un nuevo patrón de la práctica de la presencia de Dios en nuestras vidas cotidianas, el cual es creado por la práctica diaria de la meditación.

Después de la meditación: un extracto del Shvetashvatara Upanishad in THE UPANISHADS, tr. Eknath Easwaran (Tomales, CA: Nilgiri Press, 1995), p. 225.

Que el Dios del Amor, que se proyecta en este universo de miles de formas, de quien todos los seres vienen y a quien todos regresan, nos conceda la gracia de la sabiduría.

El es el fuego y el sol, la luna y las estrellas. El es el aire y el mar, y el Creador, Prajapati. El es ese niño y esa niña, ese hombre y esa mujer. Y ese viejo frágil, con su bastón, también. Su rostro está en todos lados.

El es el pájaro azul, el pájaro verde con ojos rojos; es la nube de la tormenta, y las estaciones y los mares. No tiene principio, ni tiene final. Es la fuente de quien todo surge.

De su divino poder vienen todas estas muestras de nombres y formas, de ti y de mí, con el encanto del dolor y el placer. Sólo cuando penetramos su velo, vemos al que aparece como muchos.

Traductor: Enrique Lavin