Viernes después del miércoles de ceniza, 12 de febrero 2016
Me he dado cuenta de lo fácil que me engaño a mí mismo acerca del ejercicio físico. Me meto en una buena rutina y luego creo que estoy todavía en ella, mientras que, en realidad, la práctica real retrocede en la distancia como un astronauta que desaparece de la vista hacia el espacio.
La primera advertencia es que las personas miran y dicen que te ves muy bien, que por lo general significa que has aumentado de peso. Cuando se pierde peso las personas miran y te preguntan con voz preocupada si te estás sintiendo bien.
La Cuaresma es un tiempo para hacer ejercicio espiritual y físico. Al igual que el ejercicio físico mejora nuestro estado psicológico, el ejercicio espiritual da un renovado sentido de la feliz armonía que existe naturalmente entre cuerpo y mente. Había querido llamar a mi nuevo libro de Cuaresma "Detección de Dios", "Sentirse mejor", que es lo que pienso que trata esta preciosa temporada, cuando re-definimos lo que es suficiente. Suficiencia, lo suficiente, es la parte humana de la ecuación equilibrada de la felicidad. Abundancia, el don divino de ser, es la otra.
En las culturas latinas, carnaval y carnevale son tradicionalmente la última vez del exceso desenfrenado antes de decir adiós a los placeres de la carne. En Inglaterra, con un apetito menos desenfrenado, tenemos panqueques el martes para consumir todos los huevos. No es el papel de la iglesia animar celebraciones orgiásticas, pero tal vez puede señalar el lado bueno de las mismas. Después de todo, sabemos mejor lo que significa lo suficiente cuando nos recuperamos de los efectos nocivo del exceso.
Este es un tiempo para aprender a amar la ascesis y verla como una forma de vida que debe ser seguida, de hecho, durante todo el año. San Benito dice simplemente esto, y él no era un aguafiestas: 'la vida monástica es una continua Cuaresma'. Fue John Main quien me ayudó a entender que la vida monástica (como el matrimonio u otros llamamientos de vida) está destinado a ser libre y feliz y que nos abre progresivamente deleitarnos en la bondad de la creación. Esto a pesar del inevitable dolor de la pérdida y la decepción del fracaso. De alguna manera, el lado más sombrío de nosotros y de nuestra cultura oscurece esto. Especialmente en una sociedad que ve el consumo como requisito previo para el disfrute, el placer aparece como algo para ser arrebatado y explotado. ¿De qué otra explicar la creciente brecha entre la riqueza obscena visible y las luchas de los pobres? La Cuaresma desafía esto. La felicidad no es algo que cuesta, sino algo que se da y se recibe. No se trata de almacenar sino de compartir.
Entrenamiento, buena condición física, ejercicio moderado. Ascesis es mantener el filo de la navaja afilada y estar preparados para el propósito. John Main me enseñó que la oración es la ascesis esencial de la vida cristiana y esto ayuda a entender la enseñanza y el estilo de vida de Jesús que encontramos en los evangelios.
Esto no del todo es lo mismo que la práctica religiosa que simplemente calma, consuela y crea un momento de sentirse bien o de breve sedación. Estas no son cualidades indeseables en la vida, pero no son lo que significa ascesis. La oración pura (suficiente, no fláccida o verborrágica o conceptualmente inflada) es una ascesis cotidiana. Tiene que ser regular y conduce a una ecuanimidad sorprendentemente fresca y centrada. Es una prioridad, es el principio organizador de nuestra transformación diaria y nuestro continuo ascenso a Dios.
Traducción: Marina Müller