Martes de la primera semana de Cuaresma, 16 de febrero 2016
Si no tuviera otra cosa que hacer, estaría contento de visitar las aulas e introducir a los niños a la meditación; a continuación, meditar con ellos y escuchar sus comentarios. Pero más que eso: ver y aprender de su silenciosa paz y felicidad al tocar la "marca" del reino dentro de ellos y ver su profundización inconsciente de la conciencia.
Esto no sería sostenible, para acuñar una frase, o la mejor manera de transmitir a una nueva generación la conciencia de su don innato para la contemplación. Así que enseñamos a los maestros con la esperanza de que esta sabiduría se incrustará en la cultura de la escuela. Pero si alguna vez dudáramos de la sabiduría de la meditación, entra en un aula y medita con los niños.
Durante la Cuaresma, no perdamos de vista el primero de tus tres objetivos - ser más simple, más infantil. La naturaleza adulta de tus problemas y complicadas situaciones de vida pueden oprimirte y convencerte de que tu capacidad para la simplicidad es cosa del pasado. Entonces sentirás que tienes que esperar a la jubilación y la senilidad para recuperarla. En realidad esto es equivocado. Incluso en medio de angustias, tensiones, miedos y dudas de la vida, esta simplicidad es accesible.
El peso de nuestras preocupaciones puede ser tan grande: la enfermedad, las deudas, las relaciones dolorosas, el fracaso, la desilusión, la adicción, la soledad, el cometer errores estúpidos. Agrupemos a todos estos juntos y llamémoslos pecado. Pero no uses la palabra "pecado", ya que normalmente pensamos en ella como romper las reglas y merecer castigo, perdiendo la aprobación de Dios (o del consejo parroquial). El pecado es en griego, literalmente, perder la marca - la marca que Gregorio de Nisa y los escritos paulinos dijeron que siempre está en movimiento.
¿Cómo se puede dar en un blanco en movimiento? Moviéndose a la misma velocidad, y prestándole atención. Estar en tándem con él. Para ello podríamos pensar que tenemos que acelerar. En realidad, necesitamos reducir la velocidad. Podemos pensar que tenemos que entender y dominar las complejidades de la vida. De hecho, necesitamos simplificar la forma en que las vemos, tomando cierta distancia de ellas. Sólo entonces puede ser sacada la espina.
Esto es justamente lo que hace por nosotros la meditación, al dejar a un lado nuestros pensamientos, sobre todo los pensamientos de esas cosas que se vuelven dolorosas espinas en nuestra carne. Es simple. No es fácil. Podemos hacerlo. Sin embargo, no podemos y no lo hacemos solos.
P. Laurence Freeman OSB
Traducción: Marina Müller