Cuarto miércoles de cuaresma, 09 de marzo 2016
Más sobre extraños.
Acabo de terminar de ver una serie de seis capítulos de la BBC, una adaptación de Guerra y Paz, novela de 1200 hojas. Sentí que me estaba encontrando con viejos amigos quienes también eran (siendo ficción) extraños.
Fue agradable encontrarlos otra vez, aún cuando la forma en que eran descritos y representados en la serie fue más superficial y abreviada que cuando los conocí a través del libro. Como muchos sentí que conocía a los personajes mejor que sus versiones de la televisión pero con el gusto de verlos representados otra vez. La diferencia entre los extraños y los amigos, es que cuando vez nuevamente a un amigo no es posible aburrirte, porque en la profunda familiaridad siempre aparecen nuevos aspectos. Así pasa con los personajes de Guerra y Paz- que los conozco y me encanta volverlos a ver otra vez- ¿amigos o extraños?
Tolstoi dijo que su libro no es una novela, mucho menos un poema o una historia. Él afirma que el verdadero héroe de su libro es la “verdad” y es lo que él como autor “quiso y fue capaz de expresar en la forma en el cuál es expresada”. Esto explica porque es una gran novela (o no-novela). Es desarreglada y con frecuencia mal escrita. No tiene un gran argumento. Es repetitiva y pavonea su propia teoría de la historia con gran detenimiento hacia la mitad. Es, en otras palabras, como la vida real, no una fantasía sino que emana de la experiencia real.
Personajes ficticios son solo eso- emanaciones o avatares. Una buena película o novela o serie de Netflix hace adicta a las personas a la historia la cuál generalmente depende de momentos cada vez de mayor suspenso. Las mejores tienen personajes que muestran capacidad de cambiar el rumbo de la trama. Pero es muy raro para un escritor-Tolstoi es uno- que imaginen personajes que tengan una vida real, contradictoria. Shakespeare robó las tramas a otros escritores y al mismo tiempo invirtió sus dones en la creación de seres humanos con quienes nos podemos sentir más cercanos que con algunas personas reales en nuestras vidas.
Por esto no debe sorprendernos que Platón no quisiera poetas en su sociedad ideal. Ellos desafían las fronteras entre la realidad y la imaginación y hacen surgir sentimientos que deberían existir en la vida real pero que con frecuencia parecen incapaces de aparecer. ¿Es más fácil amar a Natasha que a tu pareja? Quién sabe si no es esta la manera en que algún día entenderemos muchas de nuestras relaciones humanas. Aquellas que no florecieron en amor, ¿los extraños con quienes no encontramos el intercambio de bondad? Tal vez nos demos cuenta que solo los vimos como personajes en nuestra imaginación privada más que como gente que se convirtió en la parte revoltosa de nuestra vida.
La cultura occidental moderna ha perdido su identidad Cristiana: tal vez porque perdió el arte de leer las escrituras. Olvidó como ver los personajes luminosos que encontramos allí como descripciones imaginarias de personas reales quienes están en la vida presente, no solo en el pasado o en la imaginación del escritor. Por esa razón el Nuevo Testamento es una lectura más rápida que Guerra y Paz.
Traducción: Guillermo Lagos