Cuarto sábado de cuaresma, 12 de marzo 2016

Cuando encontramos esa oscuridad espesa y sin amor en nuestro interior nos convertimos en extraños para nosotros mismos. Es pero aún que en aquellos momentos cuando la oscuridad, como un manto de neblina densa, nos cubre desde afuera en la forma de accidentes crueles o enfermedades repentinas. El sentimiento de alienación brota como un descubrimiento terrible desde nuestro interior, como cuando en una película de horror descubrimos a una fuerza extraña y hostil que habita en el sótano de nuestro hogar.


Cuando una persona joven, sana y rica es diagnosticada con una enfermedad que puede ser mortal el mundo cambia para ella en segundos. Aún antes de que el Doctor exprese las palabras fatales, su mirada de simpatía, un contacto visual repentino traiciona el mensaje que está por llegar. Una persona de posibilidades ilimitadas se ha convertido en un paciente, un objeto de estudios, pruebas y observación, algunas veces objeto de lástima. Repentinamente surge un anillo de defensa a su alrededor. El sentido del ser está radicalmente alterado. Buscan la mano de su cónyuge o ser amado para asegurarse a sí mismo que todavía está aquí, algo de su mundo permanece, y que el asalto que ha sufrido no es total.

Es peor aún cuando la confrontación con el extraño viene de adentro. Es más que encontrar la propia sombra, la cual, en el pasado, ya conocía, o al menos vislumbrado. Esto es meramente nuestro otro lado, la biografía no oficial, el ser que no cumple con los detalles personales del ser público. El cónyuge fiel es atraído a la infidelidad. El prelado eclesiástico con ambición de dinero. La ama de casa con un problema de apuesta de juego que va a un casino después de dejar a los hijos en la escuela. Las sombras pueden ser más o menos oscuras. Algunas veces son meramente risibles.

Sin embardo deben ser reconocidas y aceptadas y el tiempo de Cuaresma nos debería dar las oportunidades para hacerlo. El auto-control cuaresmal y el decir no a nuestros deseos debería crear un espacio lleno de luz para que la sombra se muestre. No hay sombra sin luz. No hay sombra sin un objeto que bloquee la luz.

Pero la oscuridad misma, que se encuentra en nuestro interior, en un misterio profundo y toca nuestros miedos primarios. Solos, somos guerreros débiles. Normalmente nos damos la vuelta y corremos. Necesitamos un líder de luz que pueda tragarse la oscuridad y exhalar luz.

 

Traducción: Guillermo Lagos

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