24 de julio 2016
Un fragmento de John Main OSB, “Creative Energy”, DOOR TO SILENCE (Norwich: Canterbury Press, 2006), Págs. 37, 39-40
En la medida que podamos debemos darnos cuenta de todo el potencial por estar vivos. La meditación es una parte integral de esta tarea. Es el proceso por el cual nos mantenemos en contacto con el centro de nuestro ser, en donde la energía creativa es liberada dentro de nosotros, recreando nuestra creación original. (…) Esta energía incandescente de nuestro espíritu emana del espíritu de Dios. Cuando olvidamos esto perdemos contacto con nuestra naturaleza esencial. Nuestra humanidad es por tanto disminuida. Corremos el riesgo de deshumanizarnos… Nuestro potencial para la creatividad es responder plenamente al regalo de nuestra existencia, a las vidas de otros y al virtuosismo de toda la creación.
No hay nada que el mundo necesite con más urgencia que hombres y mujeres arraigados en sí mismos, seguros de su ser, y seguros de su capacidad para hacer el bien. Fuertes en su capacidad para amar y ser amados… Estamos vivos en proporción a nuestra capacidad para amar y ser amados… La meditación es nuestra entrada a… la profundidad de la vida, arraigarnos en nosotros, arraigarnos en el amor, arraigarnos en Dios.
Después de la meditación: “What the Figtree Said”, Denise Levertov en THE STREAM AND THE SAPPHIRE: Selected Poems on Religious Themes (New York: New Directions, 1997), págs. 67-8
¡Mentes Literales! ¡Humanos desconcertados! Sus amigos
estaban ruborizados por Él
en secreto: no admitirían que estaban conmocionados.
Pensaban que Él
era petulante al maldecirme!- sin embargo ¿cómo podría el Señor
ser injusto?- así que miraron hacia otro lado,
entonces y ahora.
Pero yo, yo sabía
que aunque estaba incapacitado sin poder hacer nada
había llegado mi día. Serví
a Cristo el Poeta,
quien hablaba en imágenes: yo estaba a la mano,
una metáfora por el fracaso de producir
aquello que está adentro de ellos (como los higos
no estaban en mi). Aquellos que habían caminado
en Su presencia llena de luz,
podrían haber madurado,
podrían haber percibido su sed y su hambre,
Su apetito inocente;
podrían haber ofrecido
frutos humanos -compasión, comprensión-
sin que se les hubiera pedido,
sin que se les hubiera dicho sobre la necesidad.
Mi fruto ausente
enfrentó a sus corazones estériles. Él maldijo
no yo, ni ellos, sino
(oídos que no escuchan, ojos que no ven)
su aburrimiento, que retiene regalos no imaginables.
Selección: Carla Cooper
Traducción: Guillermo Lagos