7 de agosto 2016
Un fragmento de John Main OSB, “Two Words from the Past” en THE HEART OF CREATION (New York: Continuum, 1998), pág. 42-44
Un joven me vino a ver y me preguntó, “¿Cómo puede aguantar ver por su ventana todos los días y ver siempre lo mismo cada día? ¿No le enloquece?“ Tal vez la verdadera pregunta debería ser: “¿Cómo es que podemos ver siempre tanto, viendo por la misma ventana todos los días?” Los primeros padres sabían que el aburrimiento viene del deseo, el deseo de realizarnos o ser famosos, por un cambio de ambiente o de actividad, por relaciones diferentes, por un juguete nuevo, cualquiera que sea. La oración pura encoje el deseo. En la quietud del deseo, cada vez más quietud conforme nos acercamos a la Fuente de todo lo que es, todo lo que puede ser, estamos tan llenos de asombro que no hay lugar para el deseo. No es que hayamos trascendido el deseo sino simplemente que ya no hay lugar para el deseo. Todo nuestro espacio está siendo llenado con la maravilla de Dios. La atención que se desparrama en el deseo se retira y es absorbida por Dios. (…) Al meditar soltamos el deseo de controlar, de poseer, de dominar. En su lugar solo buscamos ser quienes somos y al ser la persona que somos en realidad, nos abrimos al Dios que es. Como resultado de esta apertura nos llenamos de asombro y del poder y la energía de dios, que es el poder de ser y la energía para estar en el amor. (Y) Cuando estamos enamorados es imposible estar aburridos.
Después de la meditación: de The Shevastashvatara Upanishad (versos 3, 8, 10 y 12), traducción de E. Easwaran, THE UPANISHADS (Tomales, CA: Nilgiri Press, 1987), págs. 217-218
En las profundidades de la meditación, sabios
vistos dentro de ellos mismos el Señor del Amor,
Quien habita en el corazón detodas las criaturas.
Él habita en la profundidad de los corazones de todos…
El Señor del Amor sostiene al mundo en su mano,
compuesto de lo cambiante y lo inmutable,
Lo manifestado y lo no manifiesto.
El ego separado, aún no consiente del Señor,
va tras el placer, solo para volverse cada vez más siervo.
Cuando ve al Señor, ahí viene el fin de la esclavitud.
Todo es cambiante en el mundo de los sentidos,
sin embargo lo inmutable es el Señor del Amor.
Medita sobre él, queda absorto en él,
despierta del sueño de la separación.
Sabe que él está consagrado siempre en tu corazón.
Verdaderamente no hay nada más que saber en la vida.
Medita y comprende que este mundo
está lleno dela presencia de Dios.
Selección: Carla Cooper
Traducción: Guillermo Lagos