24 de septiembre 2016

De John Main OSB, “Learning to Be”, THE HUNGER FOR DEPTH AND MEANING (Singapur: Medio Media, 2007), pàg. 125-26


La meditación es un estado en el que no estás pensando, no estás imaginando, no estás teniendo conversaciones imaginarias con alguien. Estás en perfecta paz, en perfecta quietud, en perfecto silencio. En el silencio de la meditación, cuando vas más allá del pensamiento y la imaginación, estás aprendiendo a ser. A ser nosotros mismos, no como si fuéramos definidos por alguna actividad, ya sea que esa actividad sea algún trabajo o proceso mental, sino simplemente ser. A ser la persona que eres, sin tratar de justificar tu existencia o hacer excusas por tu existencia. Solamente ser, tal como eres. (…)

Pasamos más allá de todas las imágenes, encima de toda imagen que tenemos de nosotros mismos. Nos despojamos de todas nuestras máscaras. Las dejamos… a nuestro costado, y empezamos a ser la persona que somos en realidad, en absoluta sencillez. No decimos el mantra para tratar de impresionar a alguien; lo decimos para dejar todas las imágenes , todas las palabras, atrás, para que podamos ser en total sencillez.

Cuando estamos meditando, no solo no tratamos de responder a una imagen que tengamos de nosotros mismos o a la imagen que alguien más tenga de nosotros, sino que nos desprendemos de todas las imágenes. Es el proceso de vaciarnos de toda fantasía, toda imagen, toda la irrealidad, y hacer espacio para nuestro yo verdadero, la persona que somos realmente. Nos estamos liberando de las imágenes, las fantasías, los miedos, los deseos que nos quitan la libertad de ser quien somos en verdad. En la visión Cristiana de la meditación, el único propósito del proceso es liberar nuestro espíritu para que se abra al infinito, y permitir que el corazón y la mente, la totalidad de nuestro ser, se expanda más allá de las barreras del ego aislado para entrar en unión con todo, con Dios.

 

Después de la meditación: “Entering Rest,” Gunilla Norris en BEING HOME: Discovering the Spiritual Self in the Everyday (Mahwah, NJ: HiddenSpring, 2001), pág. 71

 

Querido compañero de mi día

Tú eres el Misterio sagrado al que me rindo

cuando cierro mis ojos. Te doy mi ser:

las faltas, los errores, las mezquinas

auto-felicitaciones. Te doy a mis seres queridos:

mis más afectuosas esperanzas por ellos, mis preocupaciones,

y mis más oscuros pensamientos acerca de ellos.

Toma mi bien construida separación de mí ego.

Abrázame en Tu verdad.

 

Este día ya ha pasado. Lo entrego.

Cuando pienso acerca de mañana, lo entrego también.

Consérvame esta noche. Contigo

y en Ti puedo confiar no saber cosa alguna.

Puedo confiar en la imperfección como un camino.

Oscuro con la oscuridad, silencioso con el silencio,

ayúdame a ser aquel que está vacío-sin futuro,

sin deseo—quien respira Tu nombre aun durante el sueño.

 

Selección: Carla Cooper

Traducción: Guillermo Lagos