2 de octubre 2016
De Laurence Freeman OSB, “The Power of Attention”, THE SELFLESS SELF (London: DLT, 1989), págs. 31-35
Siempre ha existido un gran peligro, pero uno que específicamente existe para nosotros ahora, en nuestras sociedades cohibidas y narcisistas confundiendo introversión, auto fijación, auto análisis, con la verdadera interioridad… Ser verdaderamente interior es totalmente opuesto a ser introvertido. Al estar conscientes de la presencia que habita en el interior de nuestra consciencia se vuelca por completo, convertida, de tal forma que ya no estamos ….observando a nosotros mismos, anticipando o recordando nuestros sentimientos, reacciones deseos, ideas o sueños. Nos volteamos hacia algo distinto. Y esto siempre es un problema para nosotros.
Sería más fácil, pensamos, alejarnos de la introspección si supiéramos exactamente hacia donde estamos volteando. Si tan solo tuviéramos un objeto fijo al que mirar. Si tan solo Dios pudiera ser representado por una imagen. Pero el Dios verdadero no puede ser una imagen. Las imágenes de Dios son dioses. Hacer una imagen de Dios es terminar viendo una imagen reconstruida de nosotros mismos. El ser verdaderamente interior, abrir el ojo del corazón, significa vivir dentro de la visión carente de imágenes que es la fe, y esa visión nos permite “ver a Dios”. En la fe, la atención es controlada por un nuevo Espíritu, ya no más el materialismo, la auto-búsqueda o la auto-preservación,…. de fe que por naturaleza es desposeída.
(…) La podemos entrever simplemente recordando aquellos momentos o etapas de la vida en los que experimentamos los más altos niveles de paz, realización, y alegría, reconociendo que estos momentos no fueron cuando poseímos alguna cosa sino cuando nos perdimos en alguien o algo. El pasaporte al reino requiere el sello de la pobreza. (…) Cuando la atención está en nosotros, en la imagen ciega del ego, todo nos distrae de Dios, con la visión de fe, todo revela a Dios.
Después de la meditación: “The Servant-Girl at Emmaus" (Una Pintura de Velázquez) por Denise Levertov en THE STREAM & THE SAPHIRE: Selected Poems on Regligous Themes (New York: New Directions, 1997), págs. 43-44
Ella escucha, escucha, reteniendo
la respiración. Con seguridad esta voz
es de él-aquel
quién la había visto, una vez, a través de la multitud,
¿como nadie había visto antes?
¿La había visto? ¿Había hablado a ella?
¿Con seguridad esas manos eran suyas,
las que tomaron el platón de pan hace un momento?
¿Manos que había puesto sobre los moribundos sanándolos?
¿Con seguridad esa cara?
El hombre que crucificaron por sedición y blasfemia.
El hombre cuyo cuerpo desapareció de la tumba.
¿El hombre del que se rumora ahora que algunas mujeres han visto
esta mañana, vivo?
Aquellos que habían traído a este extraño a casa a su mesa
aun no reconocen con quien se han sentado.
Sin embargo ella en la cocina, tocando ausentemente la jarra de vino,
que debe llevar a la mesa, una sirviente joven Negra escucha intensamente,
se da la vuelta y ve
la luz que a su alrededor
y está segura.
Selección: Carla Cooper
Traducción: Guillermo Lagos