Lunes de la 5ª semana de Cuaresma, 3 de abril 2017

Maquiavelo, el político arquetípico, dijo que «lo más difícil es cambiar el orden de las cosas». Es una idea genuinamente occidental, un hábito del hemisferio izquierdo del cerebro; asumir que deberíamos y podríamos cambiar las cosas. Es el juego de la política sin sabiduría con el que todos estamos desilusionados Sigue leyendo..

De alguna manera, damos por sentado que si tenemos una voluntad lo suficientemente fuerte, si somos inteligentes y tenemos un poco de suerte, podemos hacer cualquier cosa.  Tenemos la capacidad de controlar las cosas.

Oriente y Occidente se han encontrado actualmente, se han cruzado varias veces y mezclado de muchas maneras, al menos para ciertas clases de la sociedad. Sin embargo, quedan algunas suposiciones y mentalidades típicas orientales que ofrecen grandes desafíos a la mente occidental. Uno de ellos es dejarse cambiar hacia algo mejor, aceptar tal y como van las cosas, moverse con el flujo en lugar de cambiar el curso del río mediante explosivos e ingeniería pesada. Estar quieto en lugar de interferir impulsivamente. Ser más que hacer.

Cualquiera de estos enfoques tiene un precio. El intento activista, centrado en la voluntad de cambiar el orden de las cosas puede ser frustrante y ofrecer sólo triunfos de corta duración. El enfoque contemplativo exige un entrenamiento de la mente y de las emociones mediante la práctica continua de la atención. El cambio comienza dentro antes de que afecte al mundo externo. El precio para esto es más alto porque el cambio que implica es auténtico y duradero. Exige una condición llamada oración pura, de «completa simplicidad, que cuesta no menos que todo».

Estaba hablando con alguien recientemente que afrontaba este precio. Alguien le había dicho que cuando surgiesen fuertes impulsos durante la meditación que le impidieran decir el mantra, que estaba bien quitar la atención del mantra. O, si lo estaba diciendo y se bloqueaba, que dejara de decirlo, identificara y nombrara la distracción responsable antes de regresar al mantra. El consejo de la escuela de meditación que seguimos es simplemente decir el mantra y volver a él, no parar para etiquetar la distracción.

Si no sabes lo que significa decir el mantra (comprender el mantra como una Cuaresma feliz), esta distinción podría parecer una sutileza espiritual. En cierto modo lo es, pues la distinción es muy fina. Pero, si sabes lo que es el mantra, entenderás el sentido de esta diferencia sutil. Percibirás su importancia para el tipo de práctica y experiencia que la meditación es para ti. Considero que también influye en el tipo de cambio que produce.

No estoy diciendo que una forma sea buena y la otra mala. No se debe disminuir o menospreciar la práctica de otra persona. Hay muchos caminos que llegan a la montaña de la verdad. Pero creo que es importante entender que la simplicidad completa significa un cambio de atención del poder de la voluntad fija al poder del flujo. Detener y reanudar el deseo de etiquetar y nombrar no es el fin del mundo, pero es una parada del tren. Incluso cuando un tren se ralentiza todavía se está moviendo. Habrá tiempo suficiente cuando llegue a la siguiente estación para revisar lo que causó la desaceleración, después del período de meditación. Pero nuevamente, no pases tanto tiempo haciendo esto para que no pierdas el tren cuando comiences otra vez.

El primer paso, y uno que se repite continuamente, es dejar nuestra voluntad egoica a un lado en la más completa simplicidad. Siempre estamos saliendo y una vez que comenzamos, ¿para qué parar?

Traducción: Elba Rodríguez WCCM Colombia

 

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