Jueves de la 5ª semana de Cuaresma, 6 de abril 2017
Hace poco fui a escuchar una charla en el lanzamiento de un nuevo libro de una amiga mía que vive en un pequeño pueblo en East Anglia. Rosamond Richardson ha escrito varios libros acerca de la campiña, de la historia cultural de las flores silvestres y los árboles y sobre comida. A ella le encanta caminar. Escribe desde un lugar que uno confía y que le gustaría conocer mejor. Su charla fue sobre pájaros y meditación, aunque ella nunca mencionó la meditación. Sigue leyendo.
Sorprendentemente, fue hace poco que ella descubrió el mundo de los pájaros. Durante cierto tiempo de dolor personal este nuevo mundo le trajo una expansión de la conciencia, una nueva relación con el mundo natural (sobre el cual Tomás de Aquino dijo que es “la principal y más perfecta revelación de lo divino”) y con una nueva fuente de sanación. Como un verdadero herbolario podría decir, si sabes algo sobre la naturaleza, siempre puedes ir aprendiendo más acerca de la naturaleza como fuente de salud.
El nuevo libro de Rosamond, mi recomendación para la última semana de Cuaresma, especialmente para aquellos que sientan que ya han tenido demasiada religión, es “Esperando al Albino Dunnock: cómo los pájaros pueden cambiar tu vida”. (NT: Albino Dunnock es un tipo de pájaro).
Sus escritos sobre la campiña y el mundo de los pájaros que ella ha descubierto, nos expresan más sobre la experiencia plena de la creación que cualquier documental televisivo de la vida salvaje. Nos muestra cómo las palabras son más poderosas que mil imágenes, aunque en nuestro frenético mundo de los medios nosotros creamos lo opuesto. Ella tiene, como lo confiesa, una personalidad atareada e impulsada por la curiosidad. Empezó en el deporte, corriendo carreras, pero fueron los pájaros los que la introdujeron a la caminata contemplativa y al gozo de la espera silenciosa, paciente y calmada.
En su charla aprendí que el verbo “saunter” (NT: inglés), significa caminar de una manera lenta, relajada. “Stroll” (NT: dar una vuelta) o “amble” (NT: caminar sin prisa) provienen del francés “sainte terre” o “tierra santa”. Los peregrinos que caminaron a la Tierra Santa para visitar los lugares sagrados donde Jesús vivió, enseñó, sufrió y murió, caminaron allí de una manera relajada. No fueron a Gatwick o Newark (NT: conocidos aeropuertos de Gran Bretaña) a comprar, beber y consumir mientras esperaban un avión atestado de viajeros y luego a esperar el autobús del aeropuerto al hotel. Ellos paseaban sin prisa. El creciente número de modernos peregrinos que hacen el camino a Compostela, que esperamos pronto dar la bienvenida en Bonnevaux, que está ubicado sobre este antiguo camino, están redescubriendo esto.
En la cultura moderna todo se relaciona con aumentar la velocidad. Esto por supuesto tiene muchas ventajas, pero también perdemos mucho en el proceso. Disminuir la velocidad nos abre. Descubriendo “caprimúlgidos”, Rosamond nos enseñó esto. Son pájaros nocturnos con un amplio rango de cantos dramáticos. Grabadores de sonido han analizado 1.900 notas por minuto, mostrando cuán limitado es nuestro oído humano. También visualmente limitado: “Su aerodinámica belleza de otro mundo, un pájaro del tamaño de un pequeño halcón, elegante, fantasmal y misterioso”.
Caminar lentamente no es parar. Estar quieto no es ser improductivo o desconectado. Rosamond ha aprendido mucho de Thoreau, el radical naturalista estadounidense del siglo XIX, quien conocía el valor espiritual de caminar, cuya antigua sabiduría está expresada en el adagio latino “solvitur ambulando”, traducido aproximadamente como “aclarándolo a través de una caminata”.
Así que si necesitas una nueva práctica de Cuaresma, prueba la caminata sin prisa. Si te sientes demasiado ansioso y estresado para meditar, haz primero un paseo. Y para ayudarte a decir tu mantra escucha a los pájaros, de mañana y de noche.
Traducción: Javier Cosp Fontclara, WCCM Paraguay