21 de mayo 2017
De John Main OSB, “Growing in God”, THE WAY OF THE UNKONWING (New York: Crossroads, 1990), págs. 79-81
¿Cuál es la diferencia entre lo real y lo irreal? Me parece que una forma de entender esto es ver la irrealidad como un producto del deseo. Algo que aprendemos en la meditación es abandonar el deseo, y lo aprendemos porque sabemos que nuestra invitación es a vivir en plenitud en el momento presente. La realidad demanda silencio y quietud. Y ese es el compromiso que hacemos en la meditación. Como todos pueden comprobar por su propia experiencia, aprendemos en la quietud y en el silencio a aceptarnos tal como somos. Esto suena un poco extraño a los oídos modernos, sobre todo a los Cristianos modernos quienes han crecido practicando con empeño ansioso. “¿No debería ser ambicioso? ¿Qué tal si soy una mala persona? ¿Debería desear ser mejor persona?
La verdadera tragedia de nuestro tiempo es que estamos llenos de deseo, por felicidad, por éxito, por riquezas, por poder, cualquier cosa que sea, que nos tiene siempre pensando en cómo podríamos ser. Rara vez llegamos a conocernos como somos en realidad y aceptar nuestra situación actual.
Sin embargo, la sabiduría tradicional nos dice: sabe que tú eres y que tú eres como tú eres. Es posible que seamos pecadores y si lo somos, es importante que sepamos que lo somos. Pero mucho más importante es saber a través de nuestra propia experiencia que Dios es el centro de nuestro ser (en el cuál) estamos arraigados y cimentados… Esta es la estabilidad que todos necesitamos, no como el esfuerzo y el movimiento del deseo sino la estabilidad y la quietud de arraigo espiritual. Cada uno de nosotros está invitado a aprender en nuestra meditación, en nuestra quietud en Dios, que (ahí) tenemos todo lo que es necesario.
Después de la meditación, de FROM THE SOUL OF RUMI: A New Collection of Ecstatic Poems, trans. Coleman Barks (New York: HarperCollins, 2002), pág. 53
La cuenta clara al centro
lo cambia todo. No hay
límites para mi amor ahora.
Has escuchado que se dice que hay
una ventana que se abre de una
mente a otra, pero si no hay
una pared, no hay necesidad para
colocar la ventana o el cerrojo.
Selección: Carla Cooper
Traducción: Guillermo Lagos