Cuaresma 2012. Primer Domingo de Cuaresma.
En seguida el Espíritu lo llevó al desierto donde estuvo cuarenta días y fue tentado por Satanás. Vivía entre las fieras y los ángeles le servían. (Mc 1:12)
En el 26avo. hexagrama del I Ching, el texto chino de sabiduría llamado el Libro de los Cambios, leemos que la quietud genera un gran poder. Desde su profundo manantial de sabiduría también nos enseña que cuando nos enfrentamos a lo que parecen ser dificultades insuperables la mejor respuesta es el mantenernos quietos y de esta manera, gradualmente vencer las presiones del poderoso y sutil ego.
Después del Bautismo, Jesús no utilizó su ego para escoger ir al desierto. A los conejos les puede gustar la Pascua, pero los pavos no piensan igual de la Navidad. Fue el Espíritu quien le condujo ahí. Su ego hubiera dicho: tienes el apoyo del Padre, tienes la atención de las masas, lánzate a hacer campaña. En vez, estuvo cuarenta días domando a las bestias salvajes. Estas fuerzas que residen en la acerada voluntad del ego, pueden usar cualquier manera, agraciada o cruel, que sea afín a su propósito y deben ser confrontadas en la soledad y la quietud del desierto de nuestro corazón. Y entonces, enfrentadas e integradas, se vuelven fuerzas angelicales que transmiten la bondad esencial de nuestra naturaleza. El ego no puede ser vencido por la fuerza, solo por amor duro.
Nuestra bondad esencial es la única base segura para hacer lo que Jesús hizo después: ‘proclamar la buena nueva de Dios’. Esta es nuestra tarea. Pero es difícil creer que el tiempo todavía no ha llegado cuando sentimos a la vez que el tiempo se está acabando. Y los jóvenes sienten esto tanto como los mayores, porque solo los niños son inmortales.
Sin embargo, como siempre en el dominio del Espíritu, esta es una opción sin opción. El no aceptar su realidad es continuar repitiendo los mismos errores, aun ya avanzados en edad.
Ser fieles es escoger lo real. Nuestro desierto es nuestra meditación.
Laurence Freeman OSB
Traducción de Enrique Lavin