11 de marzo 2018

                                                         Photo credit: 27147 on VisualHunt.com / CC BY-NC-ND

Fragmento de Laurence Freeman en FIRST SIGHT: The Experience of Faith (New York: Continuum, 2011), págs. 24-25


Si la meditación cambia nuestra vida es porque nos ayuda a ver el valor de vivir fielmente. Muestra el significado de la fidelidad en las cosas pequeñas, no solo en creer en las grandes atracciones o aferrarnos tenazmente a la zona de confort de ciertas ideas, porque lo hemos hecho siempre o porque moldean una identidad para nosotros. Conforme la meditación desarrolla el músculo de la fe, la integridad empieza a importar más, no como un código moral prescrito, sino como un sentido de lo que significa la totalidad. Es más incómodo vivir con nosotros si actuamos o hablamos sin ella, por lo tanto, la buscamos aun a algún costo. Ser un ser humano fiel, mantener nuestra palabra, actuando con verdad en todas nuestras relaciones, íntimas y profesionales, tratando de decir la verdad como es, ser justos y compasivos en pequeñeces diarias se vuelve cada vez más ligado a nuestro sentido de significado.

Fieles a qué, podemos preguntar. Solo fieles, fieles en todo lo que hacemos. Fieles en la forma en que amamos, fieles en la forma en que trabajamos. Fieles en la forma en que caminamos y hablamos y en predicar con el ejemplo. Fieles en la forma en que nos sentamos quietos a meditar, fieles en la forma en que aceptamos el regalo de la vida al usar nuestro tiempo conscientemente y tratando nuestro y cuerpo y el de otros y esta tierra, nuestra casa, con respeto. Al vivir fieles descubrimos el significado de la bondad de primera mano.

 

Después de la meditación: “Prayer” por Elien Bass en LIKE A BEGGAR (Port Townsend, WA: Copper Canyon Press, 2014), Kindle edition

Oración

Alguna vez usé un vestido líquido como el vodka.
Mi amante me vio ascender
del metro
como si fuera un manantial subterráneo
abriéndose paso a la superficie.
Quiero dejar de querer ser deseada de esa forma.
Estoy cansada de la canción que la lluvia canta en junio,
los coros de esperanza, el verde voraz,
la tierra, su corona ornamental de árboles
despuntando de su cabeza franca.
Hay cosas que quiero, como todos.
Pero he adorado a este ángel de deseos 
durante tanto tiempo, que ahora pido 
admitir al mundo tal como es.

 

 

Selección: Carla Cooper

Traducción: Guillermo Lagos