17 de junio 2018

                                                          Photo credit: Tobiasvde on VisualHunt.com /CC BY-SA

Un fragmento de John Main OSB, “Why is Meditation Difficult”? THE WAY OF THE UNKNOWING (New York: Crossroad, 1990), pág. 87


Vivimos en una Sociedad muy materialista. Ve todo en términos de posesión y poseer y, aun si tenemos una perspectiva más espiritual, podemos fácilmente convertirnos en materialistas espirituales. En lugar de acumular dinero, tratamos de acumular gracia o mérito. Sin embargo, el camino de la oración es el camino de la desposesión y de la rendición, y esto es difícil para nosotros porque nos han enseñando la importancia de ganar, no de perder. Pero Jesús nos dice que si queremos encontrar la vida primero debemos perderla. Y decir el mantra es exactamente nuestra respuesta a ese mandamiento.

La meditación nos llama a la generosidad porque exige todo. Exige el abandono del deseo y desear y, positivamente, pide una generosa apertura a Dios. Muchas personas cuando escuchan acerca de la meditación por primera vez piensan que es un camino extraordinario, seco, intelectual, carente de emoción, falto de afecto. Pero no es nada de esas cosas. Es el compromiso y la apertura al amor infinito, y este amor es como una fuente mágica que estalla en tu corazón.

El mantra es como la manecilla de una brújula. Apunta siempre hacia la dirección que debes seguir, lejos del yo y hacia Dios. Y cualquiera que sea el camino al que tu ego te conduzca, la brújula siempre será fiel. El mantra, si lo dices con generosidad, con fidelidad y amor, siempre te orientará en la dirección de Dios.

 

Después de la meditación: “Witness” por Denise Levertov en THE LIFE AROUND US (New York: New Directions, 1997), pág. 71

Testigo

Algunas veces la montaña
se esconde de mi en velos
de nubes, algunas veces
me escondo de la montaña
en velos de desatención, apatía, fatiga,
cuando me olvido o rehúso ir
a la orilla, en un día claro,
para volver a confirmar 
esa presencia testigo.

 

Selección: Carla Cooper

Traducción: Guillermo Lagos