19 de agosto 2018

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Un fragmento de Laurence Freeman OSB, “Dearest Friends” en Meditatio Newsletter, Octubre de 2017


La palabra “contemplación” oculta la palabra templum o “templo.” El día de hoy nos lo imaginamos como un edificio religioso. Sin embargo, el significado original no era el de una estructura física sino el espacio puro- antes que ser erigiera el edificio o los eventos fueran representados ahí. Eso da significado a las palabras de San Pablo: “¿No saben que ustedes son templos de Dios y que el espíritu de Dios habita en ustedes?” (1 Cor: 3:16) Así que somos espacio. No solo recipientes de ideas y pensamientos, conexiones neurológicas y biología compleja. Somos la espaciosidad de Dios.

(Y estamos en relación.) La Hna Eilen O´Hea tiene una frase conmovedora que siempre recuerdo: “La relación es el terreno sagrado de nuestra humanidad”. Este es un entendimiento de todas las relaciones. Hablando existencialmente, no podemos imaginarnos no involucrados en relación en cada dimensión: histórica, social, emocional, ecológica y cósmicamente. Vivimos en una red de ser interconectada. La relación contemplativa significa pasar por alto completamente el sentido estricto de “mis” relaciones- la clase que controlamos, poseemos, nos sentimos celosos o defendemos violentamente el sentido obscuro de Eros. Alternativamente, vemos las relaciones como campos de crecimiento donde podemos aprender a ser fieles, desposeídos, amorosos, con desapego y sin proyección- y crecimiento en autoconocimiento. Las relaciones no son ego-construidas sino espacios del templo.

 

Después de la meditación: “In Whom We Live and Move and Have Our Being” por Denise Levertov en THE STREAM AND THE SAPPHIRE (New York Directions, 1997), pág. 27

Los pájaros flotan en las corrientes de aire
¿aliento sagrado? No, no es el aliento de Dios,
parece, sino Dios
el aire envolviendo todo
el globo del ser.
Somos nosotros quienes respiramos, adentro, afuera, lo sagrado,
hojas levantadas, nuestras alas
elevándose agitadas- pero solo los santos
levantan el vuelo. Nos acobardamos
en la grieta del acantilado o
salimos con cautela sobre las ramas del nido. El viento
marca el paso de los santos cabalgando 
ese océano de aire. Lentamente su estela 
nos alcanza, nos mece.
Pero en tormenta o en calma,
adormecidos o serenos en atención,
inhalamos, exhalamos, inhalamos,
abarcar, abarcar.

 

Selección: Carla Cooper

Traducción: Guillermo Lagos