Cuaresma 2012. Jueves de la 2da. Semana de Cuaresma

Mucho de la vida, desde el latir del corazón a nuestro ciclo de acostarnos por la noche y levantarnos por la mañana, es repetitivo. Tal vez es por eso que los humanos somos creativos e inquietos, para escapar de los ritmos naturales que parecen atraparnos.

Al contrario de los sapos y los hongos, somos conscientes de la naturaleza repetitiva de la vida y podemos darle un nombre. Esa misma consciencia es nuestro escape más allá del ciclo kármico hacia una forma diferente de existencia caracterizada por una libertad ilimitada.

Ahí está el problema. Queremos escapar pero por otra parte no queremos demasiada libertad. Preferimos ataduras de seda que nos aten a lo familiar y predecible, no deseamos una gloriosa libertad.

Aunque mirándolo más de cerca es imposible repetir nada con exactitud porque cada articulación y cartílago, cada tornillo y parte de una máquina se deterioran y se encaminan  hacia el desuso. El gran despertar surge al realizar la mortalidad e impermanencia.

Nada en mi experiencia nos acerca más a esta verdad como la meditación y la fiel repetición del mantra. La meditación corta las ataduras de seda y nos eleva del ciclo natural de decadencia al momento presente donde encontramos que tenemos el poder de volar al reino del espíritu a un cierto grado sobre esta tierra.  El laboratorio Cern desilusionó recientemente a muchos que esperaban la verificación del experimento que sugería que la velocidad de la luz no es lo más veloz del universo. Por ahora lo sigue siendo. Excepto por el amor que conduce a toda repetición fiel.

Laurence Freeman OSB

Traducción de Teresa Decker

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