9 de diciembre 2018

                                                          Photo credit: keeva999 on Foter.com / CC BY-NC-SA

Fragmento de Laurence Freeman OSB sobre ASPECTS OF LOVE: On Retreat with Laurence Freeman (Londres: Medio Media), págs. 54-55


Podemos aprender a ver la realidad. El solo verla y vivir con ella es curativo. Nos lleva a una nueva clase de espontaneidad, la espontaneidad de un niño que aprecia la frescura de la vida, lo directo de la experiencia. Debemos recuperar esta espontaneidad para poder entrar al reino. Es la espontaneidad de la moral verdadera, de hacer lo correcto de forma natural, no viviendo a través de un libro de reglas sino viviendo en la única moral, la moral del amor. La experiencia del amor nos da una capacidad renovada para vivir nuestra vida con menos esfuerzo. Se vuelve menos una lucha, menos competitiva, menos adquisitiva, como se abre a nosotros aquello a lo que todos hemos tenido un vistazo, de alguna manera y en algún momento, a través del amor, que nuestra naturaleza escencial es alegre. En la profundidad somos seres alegres. Si podemos aprender a savorear los regalos de la vida y ver la vida como realmente es, estaremos mejor equipados a aceptar sus tribulaciones y el sufrimientos. Esto es lo que aprendemos gradualmente, despacio día a día, conforme meditamos.

La meditación nos lleva a entender la maravilla de lo ordinario. Nos volvemos menos adictos a buscar clases extraordinarias de estimulación, emoción, diversión o distracción. Empezamos a encontrar en las cosas más ordinarias de la vida cotidiana que esta radiación de fondo de amor, el poder siempre presente de Dios, está en todas partes todo el tiempo.

 

Después de la meditación: “A Landscape” por Carl Dennis en NIGHT SCHOOL (New York: Penguin Poets, 2018), en Poem-a-Day@Poets.org 12.26.17.

Esta pintura de un granero y un corral cerca del atardecer
sea suficiente para sugerir que no debmos voltear
del mundo visible al invisible
para poder asir la verdad de las cosas.
No siempre debemos desconfiar de las apariencias.
No, si somos pacientes. No, si estamos dispuestos
a esperar a que el sol llegue al ángulo 
dónde aquello que toca, sin importar lo retirado,
se siente invitado a dar un paso adelante
hacia un momento que nos puede parecer 
familiar si nos diéramos con mayor frecuencia 
a la tarea de presenciar. Ahora ser testigos 
de un granero y un corral en un día de descanso
cuando el velo usual de polvo y humo
se levanta un momento y las cosas parecen
parecerse mucho a lo que son en realidad.

 

Selección: Carla Cooper

Traducción: Guillermo Lagos