10 de marzo 2019

                                                          Photo credit: Geoff Livingston on Visualhunt / CC BY-NC-ND

De John Main OSB, “Growing in God”, THE WAY OF UNKNOWING (New York: Crossroad, 1990), págs. 79-81


¿Cuál es la diferencia entre la realidad y la irrealidad? Una forma de verlo es concebir a la irrealidad como producto del deseo. Algo que aprendemos en la meditación es abandonar el deseo, y lo aprendemos porque sabemos que nuestra invitación es a vivir totalmente en el momento presente. La realidad demanda quietud y silencio. Y este es el compromiso que hacemos en la meditación. Así como todos podemos encontrar en la propia experiencia, aprendemos en la quietud y el silencio a aceptarnos tal como somos. Esto suena muy raro para los oídos humanos, sobre todo a los cristianos modernos, quienes han sido educados para practicar con tanta ansiedad: ¿debería ser ambicioso? ¿qué tal si soy una mala persona, debería desear ser mejor?

La verdadera tragedia de nuestra época es que estamos muy llenos de deseo, por la felicidad, por el éxito, por el poder, cualquier cosa que sea, de tal forma que siempre estamos imaginándonos cómo podríamos ser. De tal forma que rara vez llegamos a conocernos como somos realmente y aceptar nuestra posición actual. La sabiduría tradicional nos dice: conoce que tú eres y que eres como eres. Puede ser que seamos pecadores y si lo somos, es importante que lo sepamos. Pero más importante para nosotros es saber por nuestra propia experiencia que Dios es el cimiento de nuestro ser… Esta es la estabilidad que todos necesitamos, no el esfuerzo y movimiento del deseo sino la estabilidad y la quietud del arraigo espiritual. Cada uno de nosotros estamos invitados a aprender en nuestra meditación, en nuestra quietud, que ahí tenemos todos lo que es necesario.

 

Después de la meditación: “Winter Trees” por Paul Zimmer en THE GREAT BIRD OF LOVE (Chicago: University of Illinois Press, 1989), pág. 55

ÁRBOLES DE INVIERNO

Mirar como la nieve se cierne en el bosque
es sentir como crecemos suavemente hacia la muerte.
Sin embargo, son los árboles los que nos enseñan como vivir.
En algunos lugares una persona puede existir
por muchos años sin ver un árbol.
Ese deber ser el camino hacia la desesperación y el enojo.
Es mejor tener el ejemplo constante
de su paciencia y perfección,
ser testigos de su florecimiento y decadencia,
mirar como cae la nieve entre las ramas,
y se junta en los nodos afelpados.
Mejor unirse a ellos de alguna manera y 
ser parte de la última posición en el mundo.

 

Selección: Carla Cooper

Traducción: Guillermo Lagos