31 de marzo 2019

                                                          Photo credit: Martijn de Valk on Visualhunt /CC BY-NC

De Laurence Freeman OSB en SENSING GOD: Learning to Meditate During Lent (Cincinnati: Franciscan Media, 2016), pág. 72


La verdad no es solo lo que dices. Puedes esparar a tu abogado para que de las palabras que te sacaran de apuros. La verdad es vivida, no hablada. Es lo que vives, y como vivies. La verdad no puede ser escondida. Cuando el polvo de la explosión que trató de destruirle se asienta, cualquier cosa que trataste de ocultar es más visible que nunca.

Si tienes algo que ocultar y tienes miedo de la verdad, entonces esta es la terrible, inescapable verdad de la verdad. Saldrá a la luz, igual que la realidad emergerá de la cenizas de la ilusión que trató de evitar la verdad. Esto es verdad no solo sobre los hechos. También es verdad de la verdad reprimida en nuestras mentes y memorias. Un sentimiento muy doloroso de enfrentar, un error muy pemoso de admitir, un conocimiento demasiado transformativo para darle la bienvenida.

A menos que salgamos a lo abierto y dejemos que la verdad se expanda en la luz, estaremos siendo perseguidos, y estaremos huyendo. La meditación es vivir en la verdad -en apertura.

 

Después de la meditación: “Yellow Sonnet” por Paul Zimmer en THE GREAT BIRD OF LOVE (Chicago: University of Illinois Press, 1989), pág. 26

SONETO AMARILLO

Zimmer ya no quiere escribir
acerca del apagado de sus luces,
recuenta todos sus pequeños terrores. 
En cambio él habla de la brillantez,
caminando a casa del primer grado,
en la primavera, la luz descendiendo
para sostenerse y deslumbrarlo
en un arrebato de dientes de león.
Fue entonces cuando aprendió que
siempre amaría el amarillo,
su polvo caliente en sus nudillos,
la memoria de juntar piezas
para llevar a casa en su lonchera
como un regalo para su madre.

 

Selección: Carla Cooper

Traducción: Guillermo Lagos