7 de abril 2019

                                                          Photo credit: Mike Boening Photography on Visual hunt / CC BY-NC-ND

De Laurence Freeman OSB en A SHORT SPAN OF DAYS: Meditation and Care for the Dying (Londres: Medio-Media, 2010), pág. 42


Tiene que haber una distinción entre la oración como petición y la oración como una entrada en la realidad de una situación: hacia la Realidad misma. Cuando meditamos lo que hacemos es aceptar el regalo de nuestro ser, y si nuestro ser está lleno de alegría y luz en ese momento lo aceptamos. Si nuestro ser está enfrentando miedo o el trauma de la muerte, los aceptamos.

Es la aceptación de nuestro ser, como somos, en este instante del viaje de nuestra vida. De esto trata la meditación. No trata de recuperar el control de la vida, no trata de hacer que Dios cambie de parecer, no trata de cambiar el destino o la suerte, ni tratar de reinstalar al ego como el director de nuestra personalidad. La meditación nos lleva a una aceptación de la realidad de la condición humana, como es aquí y ahora.

 

Después de la meditación: THERESE por Anne Porter en LIVING THINGS: Collected Poems (Hanover: Zoland Books, 2006), pág. 89

Teresa, tu estatua está en la iglesia de nuestra parroquia,
pero cuando eras una niña cruzaste esas montañas
y bebiste el agua pura de la montaña filtrada por la roca
y recogiste las margaritas en los prados elevados.

Y te arrastraste como nosotros, sobre los barrancos negros.
“Solo puedo caer hacia Dios”, dijiste.

 

Selección: Carla Cooper

Traducción: Guillermo Lagos