14 de abril 2019

                                                          Photo credit: Mike Boening Photography on Visual hunt / CC BY-NC-ND

Un fragmento de Laurence Freeman OSB, “Dearest Friends”, Boletín Internacional de WCCM, Vol. 30, No 1, Marzo 2016.


Jesús era visto por los primeros Cristianos como un sanador del alma de la humanidad más que como el fundador de una religión. Su significado más profundo —y todos los niveles de identidad abiertos por su pregunta “¿Quién dicen ustedes que soy yo?”— se encuentra en la libertad que ofreció a aquellos quienes aprendieron de su gentileza y humildad. Esto era posible especialmente para aquellos que aceptaban el yugo ligero de su amistad. El rendir esa libertad a otra dependencia es fracasar en reconocerlo. “Él estaba en el mundo; pero el mundo, no obstante que le debía su existencia, no lo reconoció” es al mismo tiempo una advertencia para nosotros como una descripción de lo que aconteció durante su vida temporal. Aun aplica más para los Cristianos que lo convierten en otro dios o ídolo, que a los verdaderos buscadores quienes aun no saben como comprenderlo.

No podía ser más claro: se ofrece a sí mismo como el camino que, en su nivel más profundo, pueda ser comprendido como el objetivo mismo. “Creer en mi no es creer en mi sino en aquel que me envió. Verme es ver a aquel que me envió” (Juan 12:44)

La paradoja en estas palabras puede ser fácilmente descartada. Preferimos las certezas racionales, definibles. Es fácil reírse también de aquello que parece desafiar nuestra forma de pensar familiar y de percibir la realidad. ¿Pero, qué tal si esas percepciones familiares están en realidad invirtiendo la realidad? ¿Qué tal si aquello que llamamos libertad de hecho es una adicción? Los padres del desierto entendieron que enfrentar las verdades difíciles de nuestra ilusión y dependencias es el fruto del trabajo de muchas tentaciones. Es también una buena parte del significado de esta temporada festiva… Les llamaban luchar con los demonios, pero ellos sabían que los demonios están dentro de nosotros. Simplemente evadimos la lucha proyectándolos afuera.

La integridad de la persona, la libertad de ser nosotros mismos y amar a otros, es perfeccionada por las pruebas que abrazamos cada vez que nos sentamos a hacer el trabajo del silencio.

 

Después de la meditación: Linda Gregg, “Fishing in the Keep of Silence”, de ALL OF IT SINGING (Graywolf Press), pág. 111

Pescando en la Fortaleza del Silencio

Hay silencio ahora donde las colinas se levantan
y Dios se va a dormir. El confía en que el barco
del cielo se haga cargo y proceda bellamente 
mientras el se acuesta soñando en el regazo del mundo.
Sabe que los buhos guardarán la dulzura 
del alma en su silencio masivo,
viendo con los ojos abiertos o cerrados 
a lo largo de la bahía de Tomales que las garzas conforman 
en su amplio vuelo blanco, blancas 
y delgadas de pie. Dios, quien piensa acerca
de la poesía todo el tiempo, respira felizmente como Él 
se repite a Si mismo: hay peces en la red,
muchos peces esta vez en la red del corazón.

 

Selección: Carla Cooper

Traducció: Guillermo Lagos