2 de junio 2019

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Un fragmento de Laurence Freeman OSB, “Understanding Faith” de FIRST SIGHT: The experience of Faith (Londres: Continuum, 2011), págs. 14, 15


Confundir la fe con las creencias y por ello separarlas nos atrapa en la Ley —dentro de las cosas que podemos definir, regulaciones que podemos aplicar, fórmulas específicas de credo que justifican que podamos rechazar otros. Más que cualquier otra religión, la Cristiandad ha caído en la tentación del poder que la uniformidad de creencias crea. Adorando la ortodoxia de creencias —recitar acertadamente las palabras, rituales y fórmulas externas— se traiciona al Dios vivo por uno falso producto de nuestra propia construcción.

Las creencias pueden ser heroicas. Puedes rehusar desconocer tus creencias y estar feliz con ser quemado en la hoguera o despojado de rango y estatus por ellas. Muchos creyentes son educados con historias de estos mártires heroicos, que dieron sus vidas antes que renunciar a sus creencias. No deberíamos minimizar el heroísmo de las creencias frente a la opresión y persecución. Fortaleza e integridad son requisitos para resistir las fuerzas violentas que nos haría desconocer nuestros principios y creencias. Pero el reino de lo espiritual no es acerca del heroísmo… La fe es más que la creencia más heroica. Es más que una convicción apasionada. La fe es más que un concepto y más que una señal de pertenencia leal a un grupo particular.

Es la relación con aquello que creemos; con lo que creemos porque los experimentamos y con lo que experimentamos porque sencillamente estamos diseñados para ello. Y por ello. La fe nos empuja hacia… y revela sin cesar los… misterios del ser.

 

Después de la meditación: un poema por Anna Akhmatova, trad. por Kunitz and Hayward en WOMEN IN PRAISE OF THE SACRED: 43 Centuries of Spiritual Poetry by Women, ed. Jane Hirshfield (New York: HarperPerennial, 1995), pág. 208

Todo es saqueado, traicionado, vendido,
la gran ala negra de la muerte rasga el aire,
la miseria roe el hueso.
¿Porqué no desesperamos?

De día, de los bosques aledaños,
cerezas soplan el verano hacia la ciudad;
por la noche los cielos transparentes
brillan con nuevas galaxias.

Y lo milagroso se acerca tanto
a las casas sucias en ruinas —
algo que nadie conoce en absoluto,
pero salvaje en nuestro pecho por siglos.

(1921)
 

 

Selección: Carla Cooper

Traducción: Guillermo Lagos