Sábado de la tercer semana de Cuaresma 2020.

Hacer un análisis de nuestras prioridades nunca es una pérdida de tiempo. ¿Pero por dónde empezamos? Desde abajo, el suelo sobre el que se construye la casa de la vida, y desde el corazón del que proviene todo crecimiento: las relaciones.

Las relaciones son el terreno sagrado de la vida humana. Tenemos que quitarnos los zapatos cuando nos fijamos en ellas: ser sencillos, humildes y sinceros. ¿Estamos desarrollando las relaciones felices y duraderas, las amistades e intimidades con las que podemos ser bendecidos? ¿O las damos por sentado y perdemos contacto con su vida interior? Y para ser realistas, si no tenemos las relaciones que queremos y necesitamos, o si tenemos relaciones dañadas, algunas en crisis o con soporte de vida, deberíamos ver que éstas también son sagradas. Sólo porque estén sufriendo no significa que no sean sagradas. Necesitan atención. ¿Nos hemos retirado, estamos huyendo, estamos culpando en lugar de perdonar? Al igual que las plantas, las relaciones requieren tiempo, pasan a través de las estaciones para morir y, de alguna manera u otra, para ser restauradas.

No hay relación en la vida que no esté enraizada en la realidad absoluta. Llamamos a esto Dios. No es matemático, ni filosófico, sino personal. Ser la persona que somos y relacionarnos con los demás, depende de la comprensión de la naturaleza personal de la realidad. Sin una relación viva con el Dios vivo (con o sin nombre) sólo tendremos sueños, recuerdos y reflexiones.

Por lo que cualquier inventario de vida apropiado implica una evaluación de nuestra vida espiritual. Aquí, las relaciones con los demás, en Dios, que es la base común, convergen con nuestro autoconocimiento y autoaceptación. Qué conveniente para el ego si pudiéramos compartimentarlas sin la dolorosa conciencia de que estamos siendo falsos con todos ellos.

La vida espiritual se nutre de momentos de práctica, de pensar o estudiar como mejor podamos, de trabajo desinteresado, y de compartir el viaje con otros intercambiando apoyo y enseñanzas. Recibimos dando y a veces damos recibiendo. Para el meditador, la práctica de sentarse en silencio es la clave, la prueba de fuego, que nos muestra dónde estamos realmente: viendo la vida como un viaje espiritual o viendo la "espiritualidad" meramente como un elemento en la mezcla en nuestros términos, algo para encontrar tiempo y que es lo primero que abandonamos cuando estamos demasiado ocupados.

Así que un balance de la vida resalta los valores reales que conforman el significado de la vida: esto es lo más importante. ¿Estamos celebrando lo que deberíamos celebrar, afligiéndonos por lo que hay que llorar, compartiendo todo lo que podemos? Si es así, nos conmoverá la paz que pasa por todo entendimiento, el poder que nos lleva a través de las muchas muertes de la vida y la esperanza divinamente tonta que disipa el miedo y la autonegación. Esto es más que suficiente para superar la crisis de Corona Virus.

Estamos preparando un programa que puede resultarte útil. Visita nuestro sitio web internacional (www.wccm.org) y el sitio web nacional. Allí , por ejemplo, todos los medios audiovisuales se recopilan en un solo lugar: http://www.wccm.org/media-page/.

 

Laurence Freeman O.S.B.

Traducción: Eduardo De la Fuente, WCCM Argentina

 

 

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