Cuaresma 2012. Domingo de la 5ª Semana de Cuaresma

En un día hermoso en las altas montañas, con un cielo tan claro como los ojos de un niño, enterramos a Rosie junto a su marido y los hijos que la habían precedido. Un gaitero nos acompañó en el camino desde la puerta de la iglesia a la sepultura. Los rituales eran familiares, parte de la experiencia de una familia de fe más allá de la creencia y sin necesidad de ser explicados. Las palabras y los gestos iban más allá de lo que en realidad se decía.  

Por unos breves instantes se abrió un espacio que permitió que la muerte y la vida se entrelazaran y era posible, si uno miraba atentamente en la luz clara, ver lo que había en el otro lado.

Creemos que la realidad tiene que ser articulada y grabada en la memoria, para luego ser verificada. Pero cuando nos deslizamos a través de los vínculos entre los pensamientos, la realidad se convierte en una presencia, o la presencia, simplemente. Tan pronto como pensamos o nos  aferramos a ella, se disuelve. "Él desapareció de su vista". Pero ni bien volvamos de una manera sencilla a estar presentes aquí y ahora, vuelve de una manera delicada y rápida.

El solo hablar de "el otro lado" hace que se distorsione por nuestros propios prejuicios. Lo que vemos adelante ya debe estar aquí. En una mente completamente despejada todo está presente.

Las tumbas son muy terrenales. Ellas nos recuerdan nuestra humildad, que somos vasijas terrenales. Sin embargo, podemos decorarlas, no importa cuán sencillas o qué aspecto lamentable tengan, esta verdad sigue siendo la gran igualdad universal. Puede parecer demasiado pronto, en esta quinta semana de Cuaresma, pensar en la resurrección, pero en realidad es de lo que se trata la Cuaresma - el aprendizaje, el prepararnos para ver y experimentar la presencia de aquel que una vez se elevó por encima y más allá de los confines de la muerte y el renacimiento.

Nuestra práctica, la meditación, la vida cotidiana vivida en oración son formas de purificar las puertas de la percepción para permitir que la visión de la fe nos muestre lo que está siempre presente. No podemos hacer frente a cualquier muerte en la fe, incluyendo la muerte de nuestro ego resistente, sin tener que aprender algo acerca de la resurrección de Jesús, que es uno como nosotros.

Laurence Freeman, OSB

Traducido por Mónica Thompson

 

 

 

 

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