20 de septiembre 2020

                                                          Photo by Chris Barbalis on Unsplash

Un fragmento de Laurence Freeman OSB, “Dearest Friends”, El Boletín Internacional de WCCM, Octubre de 1997.


Una gran parte de la vida parece desvanecerse de nuestra memoria. Problemas que nos atormentan o placeres que nos emocionan, planes que nos absorben totalmente, tristezas inconsolables que parecen que terminaran con nuestra vida, todos son atemperados por el tiempo. Existen otras experiencias, con frecuencia no tan cargadas de emoción en el momento en que ocurren, las cuales no se disipan. Recordamos estas epifanías de conciencia pura más profundamente porque se vuelven parte de nosotros. De la manera a menudo tranquila y modesta en que sucedieron, quitaron algunas de las capas oscuras habituales y nos revelaron cómo somos realmente, quiénes somos realmente. En este despertar no hubo un gran trueno, ni titulares místicos. Pero eran noticias reales. Algo cuya notoriedad no se desvanece con los periódicos matutinos. […]

De cualquier forma, que describamos esos momentos- y son muy comunes porque puntualizan el crecimiento de nuestra conciencia- son las pruebas que necesitamos de que somos reales. Que existimos. Y cuando esa prueba se ha hundido profundamente dentro de nosotros empezamos a encontrar el significado de la existencia como el crecimiento en santidad.

 

Después de la meditación: “Sunday Morning” por Margaret Gibson en NOT HEARING THE WOOD THRUSH: Poems (Baton Rouge: LSU Press, 2018), pág. 46

Domingo en la Mañana

Fragancia de madreselva en la pileta de un frasco verde…

La lluvia de anoche se ha asentado en perlas a lo largo del plafón 
y ha iluminado las facetas de la pantalla de la ventana.

Estoy escuchando el sonido posterior, el viento agitado…

Lentamente la lluvia de anoche 
se arrastra hacia las raíces de todo lo que hay por ahí.

Viaja sin ser escuchada, sin ser cuestionada.

Algunas veces lo santo es una campana que se enciende y lanza sus notas que llaman.
 
O como ahora, la cuerda de una campana, floja 
que no quiere un campanario en silencio sino que lo prueba.

No hay nada a que rezar, sin embargo todo es oración.

 

Selección: Carla Cooper

Traducción: Guillermo Lagos