Jueves de la tercer semana de Cuaresma

(Evangelio: …entonces sabed que el reino de Dios ha llegado a vosotros. Lc 11,14-23.  

Una de mis disciplinas para la Cuaresma es mantener estas reflexiones diarias en menos de una página. A veces, o tal vez demasiado a menudo, esto significa omitir las conexiones entre las ideas que podrían hacer el punto más claro. Lo siento. Sigue leyendo

Ayer pasé de decir lo difícil que es la verdad, a querer hacer todo explícito y medible, lo que nos hace perder el objetivo. ('Errar el blanco' es el significado literal de la palabra 'pecado' en griego). El resultado es que nos quedamos abrazados a una abstracción, a un puñado de polvo. Como el héroe de la película "Bladerunner 2049", cuya novia era un programa informático que quedó anulado al romperse el chip.

Terminé ayer hablando de la conexión de John Main entre lo que hacemos en la meditación - que es dejar de intentar ser explícitos - y el despertar a la visión implícita y revolucionaria de la enseñanza sobre el reino de los cielos. No es fácil, pero funciona. Justo cuando renuncias a lo que creías que era la mejor manera de llegar a algún sitio o de alcanzar un objetivo, de repente ves de qué se trata realmente. El objetivo está ahí todo el tiempo. "Tonto, ¿por qué no lo vi antes?" Esto es lo que quiero decir con el éxito del fracaso.

En ninguna parte es esto más dolorosamente obvio que en la meta de la felicidad. Hoy en día, se nos dice sin cesar que todo el mundo debería buscar ser feliz como su primera prioridad. Esto significa que los políticos y otros se preocupan demasiado por ser populares haciendo que la gente sea feliz a corto plazo. En realidad, lo que todo el mundo quiere es no tener dolor, lo cual es perfectamente comprensible. Querer sufrir dolor o disfrutar infligiéndolo, es antinatural y si da placer no es felicidad.

Por supuesto, todos queremos ser felices, así como tener placer y estar libres de dolor. Esto es mucho pedir y a veces somos afortunados. Pero si perseguimos la felicidad como una meta, de forma específica, inevitablemente no la encontraremos. No alcanzarla nos hace sentir descontentos e infelices. Esto no significa que Dios o el universo no quieran que seamos felices. Sugiere, en cambio, que la felicidad se encuentra en que tengamos la disposición correcta hacia la forma en que son las cosas (agradables o dolorosas como pueden ser en cualquier situación).

La disposición correcta significa un enfoque realista y de aceptación. Esto depende de la disposición de nuestros mecanismos mentales y emocionales y de la manera en que abordamos las circunstancias. “Por el gozo que tenía por delante, soportó la cruz" (Heb 12:2). Esto no significa que quisiera sufrir o que lo disfrutara. Pero entendió que el sufrimiento era un puente. Estaba preparado. Tenemos que estar preparados para ser felices.

Hay conexiones - entre la felicidad, la alegría, el sufrimiento, la paz y las demás cualidades de la experiencia del reino de los cielos que llenan las páginas de los evangelios. Conocerlas en nuestra propia experiencia es lo que hace que su verdad implícita salte de la página y del cerebro directamente al corazón.

Traducción WCCM Argentina

Categorías: