6 de mayo 2012

 

Un extracto de “Queridos amigos: Carta de Laurence Freeman OSB,” Christian Meditation Newsletter, Vol. 33, Nº 1, Abril 2009.

“La distinción entre función y persona,” dijo Dietrich Bonhoeffer, “es totalmente ajena a la enseñanza de Jesús.” Al final, la verdad es personal y puede tan solo entrar al mundo cuando ha conquistado el corazón humano. Y lo personal es puesto a prueba en la vida diaria.

 

Tal vez  esta es una de las razones por la que somos tan entrometidamente curiosos con respecto a la vida privada de las celebridades. Pensamos que los conoceremos mejor o que nos acercaremos más a ellos si sabemos sus secretos, gustos y rutinas mundanas.

Sin embargo, sabemos muy poco estos aspectos de la vida de esos maestros espirituales que han ayudado a la humanidad a evolucionar y han cambiado verdaderamente la mente humana. Es su autenticidad personal, no sus diarios personales, el criterio para confiar en ellos y sus transmisiones de la verdad que ellos representaron. Esta rara y poderosa  autoridad del verdadero maestro, nos permite creer en ellos y tratar de poner en práctica lo que enseñaron.

Autoridad personal no es lo mismo que fuerza institucional. Para muchas personas modernas la autoridad dogmática del Cristianismo es socavada por  la insistencia de la ortodoxia por doquier, “tienes que creer esto si quieres ser uno de nosotros.” Como un niño o un adulto no-realizado, podemos aceptarlo porque nos otorga la seguridad de pertenecer a un grupo con convicciones firmes y alivia el temor al rechazo o el temor a estar solos. Pero cuanto más examinamos la idea que la creencia puede ser impuesta llegamos a la conclusión que esta idea es  absurda.

La creencia en cualquier verdad revelada, crece a través de un proceso que incluye tanto la experiencia personal como la confianza en la autenticidad del maestro. No es que los dogmas del Cristianismo tengan poca importancia, sino que ellos son tan importantes que no pueden ser reducidos a fórmulas fijas confeccionadas en formas lingüísticas que nunca cambian. No son tarjetas de invitación o visas para entrar al Reino.

Los dogmas necesitan crecer en el suelo de la vida diaria como la semilla del Reino mismo. La verdad crece en nosotros así como también nosotros crecemos en relación a la verdad. Cualquier institución, ya sea política, educacional o religiosa que niegue esto, termina perdiendo la confianza de sus miembros. Buena fe significa tanto confianza como creencia.

 

Después de la meditación: “To finding again” W.S. Merwin, PRESENT COMPANY (Port Townsend, WA: Copper Canyon Press, 2005, pp. 114 – 115.

 

Para encontrarte nuevamente

todo lo demás tiene que haber cambiado

tiene que ser diferente

al tiempo que te muestres

más que nunca la misma

tomándome por sorpresa

en mi diferencia

en mi edad

mucho tiempo después  de haber llegado

al final

creyendo en ti

hasta el fin de la esperanza

 

que no fue ni siquiera

el primero de los cambios

 

cuando imaginé

que te estaba olvidando

no necesitabas ni siquiera memoria

para permanecer ahí

dejando pasar los años

alejada

 

nada sorprendente en ello

 

ni siquiera el anhelo

necesita memoria

para saber qué es lo que queremos

 

y nada te sorprende

habiendo estado siempre ahí

donde quiera que fuere

 

increíble

 

Traducido por Teresa Decker