12 de agosto de 2012

 

Extracto de “A Call to the Fullness of Life”, de MOMENT OF CHRIST, por John Main OSB, (New Cork: Continuum, 1998) pág. 110-111.

Una de las cosas que aprendemos en meditación es la prioridad del ser sobre el hacer. Claro, ninguna acción tiene sentido en sí misma, o al menos algún sentido profundo en sÍ misma, a no ser que brote del mismo ser, desde la profundidad de tu ser. Esta es la razón  por la cual la meditación es un camino que nos lleva desde la superficie hacia lo profundo.

 

Aprender a ser, significa aprender a comenzar a vivir la vida de una manera plena. Esa es nuestra invitación. Es aprender a empezar a ser una persona completa. Lo misterioso sobre la revelación cristiana es que a medida que vivimos nuestras vidas completamente, vivimos las consecuencias eternas de nuestra propia creación. No vivimos más como si estuviéramos agotando nuestras reservas limitadas de vida que recibimos al momento de nacer. Lo que sabemos de las enseñanzas de Jesús es que nos completamos en vida cuando somos uno con la fuente del ser… nuestro Creador, Aquel que se describe a sí mismo como “Yo soy”.

El arte de vivir, vivir nuestras vidas como seres humanos, es el arte de vivir la eterna novedad de nuestro origen y completamente desde nuestro centro… desde nuestro espíritu como brota de la mano creativa de Dios. Lo terrible de tanta modernidad, y vida materialista, es que puede ser tan superficial, si no tiene un serio reconocimiento de su profundidad y de sus posibilidades, que están allí para cada uno de nosotros, y  que solamente las tendremos si nos tomamos el tiempo para emprender la disciplina de la meditación…

En la visión cristiana somos conducidos a la fuente de nuestro ser por un guía, y nuestro guía es Jesús, es ese hombre realizado por completo, es esa persona santa abierta a Dios. A medida que meditamos cada día, quizás no reconozcamos a nuestro guía. Por eso es que el camino de la cristiandad es siempre un camino de fe. Pero a medida que nos acercamos al centro de nuestro ser, a medida que entramos en nuestro corazón, encontramos que somos recibidos por nuestro Guía, recibidos por Aquel que nos condujo. Somos bienvenidos por la persona que llama a cada uno de nosotros a la plenitud personal del ser. Las consecuencias  o los resultados de la meditación son justamente esa plenitud de vida, armonía, unidad y energía, una energía divina que encontramos en nuestro corazón, en nuestro espíritu. Esa energía es la energía de toda creación. Como Jesús nos dijo, es la energía del amor.

 

Después de la meditación: De THE SOUL OF RUMI: a New Collection of Ecstatic Poems, Tr. Coleman Barks (Nueva Cork: Harper Collins, 2002) Pág. 33

 

El amor es la manera en que los mensajeros

Del misterio nos dicen cosas.

 

El amor es la madre.

Nosotros somos sus niños.

Ella brilla dentro nuestro,

Visible-invisible, a medida que confiamos

O perdemos la confianza, o sentimos que comienza a crecer nuevamente.

 

Traducido por Isabel Arçapalo.