28 de octubre 2012

Extracto de  “Dearest Friends,” Laurence Freeman OSB en la Newsletter de la Comunidad Mundial para la Meditación Cristiana, Vol. 32, No. 3, Septiembre 2008, p. 4.

Cuando la fuerza de la fe se deja libre en la persona humana, nos empuja a experimentar la realidad más allá de palabras, imágenes e ideas. Descubrimos entonces que los filtros de las metáforas, por mas útiles y necesarios que sean a un cierto nivel, pueden también (y necesitan) ser desactivados si queremos que la fe crezca.  Como todos los humanos universales crecemos en la fe o la fe se marchita y muere. La fe contiene ese eterno deseo de ver la realidad tal cual es. 

 

"Hermanos y hermanas," dijo san Juan, "cómo seremos entonces, no lo sabemos, pero sabemos que cuando  Cristo aparezca, seremos como él, porque lo veremos tal cual verdaderamente es. Así como él es puro, todos los que tengan esta esperanza serán puros también,"(1 Jn 3:2-3). Ver a Dios es ser como Dios. La pureza es la condición para esta visión. Sin embargo, muchas veces en la religión, cuando la fe se restringe a la mera creencia o el puro ritual, la pureza significa poner más filtros, aumentando las capas más y más. En el corazón de cada religión, sin embargo, tenemos el conocimiento místico inamovible de que la última pureza es una visión perfecta de la realidad, sin filtros ni mediaciones de metáforas. Muchos de nosotros nunca la obtenemos pero la intuición de que esto es así es parte de la profunda naturaleza de la fe misma.

Ver la realidad como es, o liberarnos al menos progresivamente de algunos filtros, es un acto mayor de fe. Expresa la parte confiable de la fe porque nuestro apego a los rituales y creencias de nuestra tradición (en vez de las creencias y rituales por ellos mismos) hace que tengamos una falsa y falsificante seguridad. Y por lo mismo, mucha gente profundamente religiosa siente una aversión y antipatía hacia la meditación porque parece (y de hecho lo hace) quitar los límites seguros que protegen nuestra visión del mundo y nuestro sentido de ser superiormente diferentes de los otros.

Un camino de fe, sin embargo, no es una adherencia aberrante a un punto de vista y a los sistemas de creencias y ritos tradicionales que lo expresan. Eso lo haría ser simplemente ideología o sectarismo, no fe. Fe es un viaje que nos transforma y que demanda que nos introduzcamos en él, a través y más allá de nuestros marcos de referencia y observaciones externas - sin traicionarlas o despreciarlas, pero tampoco quedar atrapados por sus formas de expresión. San Pablo habló de que el camino de la salvación inicia y termina en la fe. La fe es por tanto un estar abiertos, desde el mismo principio de nuestro camino humano. Naturalmente, necesitamos un marco de referencia, un sistema y una tradición. [Pero] si estamos centrados establemente en estos, el proceso de cambio se desdobla y nuestra perspectiva de la verdad se ve continuamente aumentada.

 

Después de la meditación: Who said this?  Por Mary Oliver en RED BIRD (Boston: Beacon, 2008), p. 58.

Alguien susurró algo

que ni siquiera era una palabra.

más bien como un silencio

que se entendía.

Estaba de pie,

a la orilla del lago

nada vivo, que llamemos vivo

se veía.

Y sin embargo, la voz entró en mí,

en mi vida corporal,

con tanta felicidad.

Y no había nada,

más que el agua, el cielo, el pasto.

 

Traducido por Enrique Lavin