10 de febrero 2013

De John Main OSB, “The Wholeness of God,” MOMENT OF CHRIST (New York: Continuum, 1998), pp. 83-85.

Tenemos que aprender, y es absolutamente necesario que lo aprendamos, que solo una cosa es necesaria, porque solo una cosa lo es.

Todos nosotros debemos por lo tanto atender a nuestra propia falta de disciplina. Debemos llevar nuestras inquietas y divagadoras mentes a la quietud. Esta es una de las primeras grandes lecciones que aprendemos sobre humildad, cuando caemos en la cuenta que llegamos a la sabiduría y a la quietud, y trascendemos las distracciones, solo a través del regalo de Dios… Todo lo que hay que hacer es estar dispuestos, y esto lo logramos al estar en silencio, abiertos a la infinidad de Dios. Aprendemos a estar en silencio al conformarnos con decir nuestro mantra en humilde fidelidad.
 

Es como si el misterio de Dios fuera un maravilloso diamante multifacético. Cuando hablamos o pensamos en Dios es como si estuviéramos respondiendo a una u otra faceta, pero cuando estamos en silencio - es decir, en su presencia - respondemos al misterio que llamamos Dios como un todo… La maravilla de esto es que nuestra totalidad responde a la plenitud del misterio de Dios. No solo nuestro intelecto o nuestras emociones, no solo la parte ‘religiosa’ de nosotros o la parte ‘secular’ de nosotros…
 

La gente pregunta seguido, ‘¿Cómo es la experiencia de la oración?´ Con eso quieren decir ¿Qué pasa? ¿A qué se parece? Es como silencio. ¿Y qué sucede? En el silencio – presencia -. Y un silencio más profundo. El camino a ese silencio requiere de gran paciencia, gran fidelidad y requiere… que aprendamos a decir nuestro mantra. Como dijo Juan Casiano, el mantra contiene todo lo que la mente humana puede expresar y todo lo que el corazón humano puede sentir. Esa palabrita nos lleva al silencio que es el silencio de la energía creativa. Cuánto tiempo nos lleve, no nos debe importar. “Para el Señor, mil años son como un día”. Lo único importante es que estamos en el camino.

Después de la Meditación: Nevada, por May Sarton, Collected poems: 1930-1993 (Norton, 1992) anotada en el Writer’s Almanac, 2.2.2013

Nevada

Sin viento soplando
gentilmente cae,
cubriendo al mundo
en un ligero y blanco edredón
una ternura nevando.

Cae y cae como el sueño
hasta que los despiertos ojos se cierran
al desperdicio y la pérdida,
cual la paz que llega y fluye,
soñando lo que guardo.

 

El silencio ocupa el aire
y los cinco sentidos
flotan al caer
en algún lado mágico
más allá de la esperanza y la desesperación
no hay nada que hacer
más que ir a la deriva
en un gran amor
en algo que bendice.

 

La silente y tierna nieve.

Traducido por Enrique Lavín