Miércoles de ceniza 2013

Recientemente visité un monasterio que tiene un programa exitoso de un mes de duración para adictos a drogas que están en recuperación. Me llamó la atención el voto que hacían al inicio de su tratamiento. Es literalmente, un voto a la “verdad”.

Implica el compromiso de llegar hasta el final, de no darse por vencido o –  porque así es la naturaleza humana – de volver a iniciar en el caso de que se hayan dado por vencidos. Este voto se puede tomar en nombre de su fe o al universo. Desde cualquier fórmula que lo haga, para el adicto es un acto de confianza en sí mismo, en su profunda dimensión trascendente, y así en su capacidad de ser íntegro.

Cuaresma es un programa similar. Hoy, a muchos cristianos se les recuerda su propia mortalidad de manera vívida al recibir cenizas en su frente. Este sentir nos abre a una profunda humildad y realismo desde donde tanto la sabiduría, como la salud del alma pueden levantarse. Así que hoy es una oportunidad. ¿Tomamos el voto de ser fiel a esa profundidad interior y al misterio que nos abrazará al entrar?

¿Qué hacer? Los soldados y los hombres del pueblo vinieron al desierto y le preguntaron a Juan el Bautista esta misma pregunta.

La tradición antigua dice que hay tres dimensiones con relación al entrenamiento ascético del camino espiritual. Podríamos pensar en elegir una cosa de cada categoría.

Reducir o renunciar a algo. Solo nosotros sabemos lo que esto podría ser – ¿un hábito no sano del cuerpo o de la mente? Cualquier cosa que trivializa o desperdicia el tiempo. Cualquier cosa que nos controla y nos da un sentido falso de confort.

Iniciar o fortalecer algo.  Antes de todo - tal vez fortalecer nuestra meditación. Fortalecer esta buena práctica extiende los beneficios alrededor de nuestro universo personal, tanto interior como exterior.

Desprenderse de algo. De manera anónima. Y sin ninguna expectativa de reconocimiento ni recompensa.  Incluso desprenderse de la satisfacción que podría causarnos el desprenderse. Podría ser dinero o tiempo o una sonrisa al cajero que se ve cansado y miserable en el supermercado.
Uno de cada uno de estos cada día - pero sin desear ser perfecto. Con solo la intención de ser fiel a uno mismo.

De esta manera la cuaresma nos elevará y puede ser divertida. En poco tiempo estaremos listos para ver un poco más.

“Reconoce lo que está frente a tu rostro y lo que no entiendes de ti se te revelará.” (Evangelio de Tomás)

Traducido por Mary Meyer

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