Lunes de la 5ª semana de Cuaresma 2013

En tiempos de crisis la gente mira alrededor buscando a alguien que parece saber lo que está sucediendo y lo que debe hacerse. Esto a menudo lleva al desastre. Un país está cayendo a pedazos y la gente encuentra a alguien muy seguro y lleno de nobles sentimientos. Pero en realidad, su seguridad proviene del oportunismo. Él sabe que esta es su oportunidad para hacerse con el poder y tiene una intuición segura sobre cómo hacerlo. Él no se preocupa tanto por llevar a la gente a un lugar mejor sino que quiere tomar el mando. Probablemente esto mitiga una profunda ansiedad e inseguridad en sí mismo que sólo es soportable cuando puede dominar y controlar.

Pronto la gente se da cuenta que ha puesto a la persona equivocada en el poder; pero él se aferra al cargo a cualquier precio – incluso de vidas humanas. ¿Cuántos dictadores caídos están decididos a arrastrar a su país junto con ellos a la ruina de su propio ego? El egoísmo desenfrenado inevitablemente destruye todo.

La calma en la tormenta es una fuerza poderosa en sí misma. A veces incluso puede calmar la tormenta. Pero tenemos que discernir de dónde viene esta calma. ¿Del ego que quiere cínicamente aprovechar una oportunidad o de la sabiduría y compasión que ve a través de la turbulencia el centro donde habita la energía de la paz?

Sólo hay un gran maestro y líder, el espíritu. Algunas personas llevan una fuerte presencia del espíritu en sí mismas y se puede confiar en ellas. Pero estas son personas prácticas, que no se van por las ramas, no confunden, desalientan las proyecciones y no buscan la fama. Este conocimiento de sí mismo era una característica de Jesús, al acercarse a la crisis de su vida.

Una de las mejores líderes que conocí era la Hermana Margaret Collier, de Cork, una mujer de voz suave, que trabajaba siempre con gran claridad y amabilidad. Tenía el raro don de inspirar, empoderar, empujando por detrás a sus discípulos y luego hábilmente hacerse a un lado para dejar que ellos manejen las cosas y se lleven el crédito. Ella ya no está, pero gracias a su estilo, la comunidad sigue fuerte y bien dirigida.

Las personas que construyen cosas duraderas y que pueden guiar a otros a través de las crisis, están llenas del espíritu. Siempre hay algo de ego operando en la memoria de nuestro sistema operativo. Nadie es perfecto, ni siquiera los muy buenos, y no muchos son muy buenos. Pero, mejor concentrarse en lo bueno de la gente en lugar de lo malo, con el fin de evitar que el ego en nosotros mismos tome el poder.

Con buenas prácticas incorporadas, nuestras vidas alcanzan la sintonía con esta dimensión de la realidad. Poco a poco, hay cada vez menos espacio para las secretas y paralizantes dudas del ego. Las dudas que siguen manteniéndose activas no son desestabilizadoras, nos mantienen conectados a tierra y listos para aprender.

Sólo hay un líder y todos somos discípulos. "No llamen a nadie en la tierra su maestro porque sólo tienen un maestro". Es extraño lo rápido que la práctica de la meditación revela el significado de esto y cambia nuestros valores y forma de vida.

Traducido por Sofía Cosp

 

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