Viernes de la 5ª semana de Cuaresma 2013

Hace poco, un vehículo de investigación no tripulado se sumergió hasta lo más profundo del océano, más de once kilómetros, creo. Para la sorpresa de los científicos, encontraron abundante vida allí, alimentándose del detrito que se hundía desde niveles superiores del océano.

Los patrones emocionales y neurales que determinan nuestro comportamiento y respuestas también son muy profundos. Podemos tomar conciencia de que un proceso de cambio está comenzando, cuando encaramos una práctica espiritual con suficiente profundidad como para cambiar estos patrones de nuestra mente y estilo de vida. Pero el cambio real ocurre con lentitud. El cambio real es   irreversible y positivo. Cuando ocurre, ya no saltamos como un resorte de vuelta a nuestra vieja programación cuando estamos bajo presión o cuando bajamos la guardia.

Hay dos niveles de motivación, entonces, que tenemos que cultivar. En el primer nivel, por ejemplo, aceptamos que hay patrones que no es deseable continuar. Comemos o bebemos demasiado. Nos permitimos fantasear con demasiada frecuencia. No podemos controlar nuestro enojo. La tristeza nos supera y nos inutiliza. Alejamos de nosotros a las personas que amamos y necesitamos, prefiriendo estar aislados. La conciencia de estos patrones hace que se desarrolle una motivación para cambiar. Probablemente pensamos en esto hace cinco semanas cuando empezó Cuaresma.

En ese momento encontramos esperanza en distintas fuentes, y confiamos en que el cambio es posible. Y comenzamos a hacer algo al respecto. La meditación es un catalizador mayor para el cambio. Se parece en algo al vehículo de investigación no tripulado. No tripulado, porque el ego – lo que creemos que somos y lo que somos cuando pensamos – no está a cargo. Otro está manejando las palancas. Nos confiamos al espíritu.

Pero es un viaje largo y se pone turbio. (No voy a presionar esta analogía más allá). Lo que ocurre es que nos damos cuenta nosotros mismos que hemos cambiado, u otros nos los hacen notar. Sin embargo las cosas parecen estar y permanecer más bien iguales. Los patrones pueden cambiar y reducirse, pero todavía calzan. Una vez me hicieron acupuntura en una rodilla dolorida. El acupunturista intrusivo y demasiado conversador parecía querer encontrar un trauma infantil para explicarlo. Pero era mi mejor esperanza en ese momento y eventualmente durante el tratamiento percibí un cambio - el dolor persistía pero solamente se desplazaba por mi pierna. El sol tropical, mi próxima parada, terminó el trabajo de forma más silenciosa.

Es cuando vemos un cambio en los patrones pero nos sentimos desilusionados que todavía estén ahí, que necesitamos cultivar el segundo nivel de motivación. Aquí es donde nos movemos desde la técnica a la disciplina en la práctica. Y donde la fe se vuelve evidentemente el poder de transformación y sanación. “Tu fe te ha sanado.”

Y es por la fe – esta poderosa pero esquiva cualidad de la conciencia – que vemos al que una vez enseñó esto y continúa siendo la fuente de motivación profunda.

Traducido por Maren Torheim

 

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