Sábado de la 5ª semana de Cuaresma 2013

Juan Casiano, el maestro de la vida espiritual del siglo V, nos aconseja decir el mantra, dándolo vuelta permanentemente en el corazón, “en la prosperidad y en la adversidad”.

La economía global ilustra los subes-y-bajas, con frecuencia dramáticos, de la vida. Períodos de “boom” donde las expectativas y la codicia se desencadenan, llevan a explosiones de la burbuja. Siguen entonces, tiempos de austeridad que, como siempre, castigan con más dureza a los miembros más vulnerables de la sociedad. Las carreras personales y las fortunas también pueden elevarse para luego desparramarse sobre los periódicos, en un momento. Nuestros estados de ánimo y nuestra salud física tienen, también, sus ciclos de prosperidad y adversidad.

Es difícil no agarrarse de los tiempos prósperos, y engañarnos pensando que ahora sí lo logramos y que todo andará bien para siempre. La fantasía – el escapismo – es el gran enemigo de la moderación. Las recesiones de la vida y la fortuna también pueden hundirnos en un pantano de desesperanza y aislamiento. Pero le tememos a la moderación porque parece tibia y aburrida y queremos sentir la vida como algo brillante y lleno de aventura. Si no tenemos el coraje de vivirla así nosotros mismos, lo hacemos de manera artificial a través de películas y cuentos.

En realidad el camino del medio es un filo de cuchillo, un acto de equilibrio sobre la cuerda floja. Se requieren muchos tropiezos y caídas desde grandes alturas para aprender a caminar bien por él. La moderación es el camino y en el más profundo de los sentidos, la meta.  El centro de la realidad ejerce la fuerza que nos mantiene en equilibrio mientras caminamos a través del barranco de la vida. Cuando recaemos en pensar que lo logramos por nuestra propia voluntad o sagacidad, no pasará mucho tiempo antes de que tengamos otra caída.

El equilibrio personal interior y la agudeza mental es de lo que está hablando Casiano en su ascetismo del mantra. Es con eso que está conectado el centro universal: en nuestro propio centro personal.

Toda plegaria que no es una indulgencia de la montaña rusa de la fortuna es una plegaria del corazón. Cuanta más gente equilibrada en lo personal, profundamente centrada, haya en el mundo, mayor el nivel de justicia en todas las instituciones. Cuanto más se angoste el abismo entre ricos y pobres, más nos acercamos todos a la realidad.

Pronto estaremos contemplando la Cruz con particular intensidad. ¿Qué nos dice del equilibrio, el arraigamiento y la compasión? ¿Qué quiere decir John Main cuando dice que cada vez que meditamos entramos en el morir y el resucitar de Jesús?

Traducido por Maren Torheim

 

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