Sábado de la 5ª semana de cuaresma, 12 de abril 2014

 

Hay un espacio, un momento que trasciende el espacio y el tiempo y se inunda con el silencio. Este silencio es completo y tan cariñoso y satisfactorio que, si se mantiene, nos absorbería completamente - tal vez quitando nuestra capacidad de comunicación para siempre. Tan pronto como pensamos en el silencio, el proceso del pensamiento, al igual que el sonido del aire acondicionado o el ruido sordo de un estómago cerca, rompe el silencio en dos, cuatro, ocho, dieciséis, un trillón de piezas. Esto es por lo que decimos el mantra continuamente - pero cada vez a niveles más profundos, más suaves, más sutiles de silencio, para mantenernos en él - hasta que seamos completamente absorbidos en el silencio y nuestra capacidad de comunicarnos se transforma en simple comunión. Es por esto que debemos morir a nosotros mismos antes de que nos levantemos al yo.

Pronto vamos a volver a decir y, de acuerdo a nuestra atención, redescubriremos la gran historia de una persona inocente y veraz que vivió esta verdad humana en toda su plenitud y abrió el camino para que podamos entrar en nuestro propio revivirlo sin miedo.

Laurence Freeman OSB

Traducción: Marina Müller

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