Monásticos en el mundo
La regla de San Benito es eminentemente flexible, permitiendo a cada monasterio encontrar su propio carisma. En “Monásticos en el mundo”, el P. Laurence recuerda a su amigo y maestro, Dom John Main OSB, quien ubicó la tradición de la Meditación Cristiana en el centro de la vida monástica de la comunidad contemplativa que fundó. Antes de su muerte en 1982, John Main pasó sus años maduros como monje benedictino enseñando la práctica de la meditación a cualquiera que deseara aprenderla.
La convicción de John Main era que la indicación de San Pablo de “orar continuamente” no fue hecha solamente para especialistas – monjes y monjas Cistercienses, Benedictinos o Cartujos – sino para todos los creyentes. De esa convicción brotó lo que él llamó “Comunidad de Amor”. Hoy, hay grupos de meditación y centros de meditación alrededor del mundo siguiendo sus enseñanzas. Muchos de esos meditadores han llegado a ser miembros oblatos de la Comunidad.
La tradición de los Oblatos Benedictinos, hoy
“La Comunidad de Oblatos es una exploración, hecha en la visión de la Tradición Benedictina, de una forma de vida integrada, espiritual, apropiada para los hombres y las mujeres de hoy”.
1. LA TRADICIÓN DEL MONASTICISMO
El monasticismo es una de las instituciones humanas más antiguas. Testimonia la inextinguible sed del alma humana de despertar a sus orígenes. Los primeros monjes cristianos aparecieron pronto en la historia de la Iglesia como un intento de recobrar la experiencia primordial de la fe. Comenzaron como ermitaños en el Cercano Oriente, florecieron en el desierto egipcio en el siglo IV después de Cristo y luego se propagaron por Europa. La Tradición del Desierto fue llevada al Occidente por Juan Casiano e influyó fuertemente las formas celtas y benedictinas de monasticismo. El primer monasticismo cristiano tenía un fuerte carácter laico y se desarrolló en contraste con el estado clerical. Los monjes eran espíritus libres que buscaban a Dios a través de Cristo, ya fuera en solitario o en comunidad. En el siglo VI San Benito, que no era sacerdote, heredó una diversa serie de formas cristianas monásticas. En su famosa Regla para los monasterios, él simplificó y sintetizó esta tradición, y produjo una visión de la vida que ha inspirado a los cristianos de todos los modos de vida hasta el presente.
2. LA REGLA DE SAN BENITO
Benito comenzó su vida monástica como un joven ermitaño. Más tarde él llegó a ser el padre espiritual de una serie de monasterios para los cuales escribió una corta Regla, que describió como “pequeña regla para principiantes”. Consta de alrededor de 9000 palabras y se ocupa mayormente de los detalles prácticos de la vida comunitaria. Pero la manera en que trata esos detalles permite trascender su tiempo y su cultura. Su pregunta esencial para entrar a la comunidad es: ¿busca el monje verdaderamente a Dios? Los votos de estabilidad, obediencia y conversión de vida se complementan con disciplinas de atención y armonía personal, dirigidas a llevar al monje a la experiencia del amor de Dios. La oración es central para la vida cotidiana y proporciona el marco en el cual se integran los otros dos elementos esenciales: trabajo y Lectio Divina (lectura sagrada).
El espíritu de la Regla es de moderación, tolerancia, respeto, disciplina y la libertad del amor, no es un tratado teológico – para eso, él recomienda a Casiano y a los primeros maestros monásticos -. Pero Benito testimonia una vida espiritual cotidiana y verdaderamente encarnada, que tiene una relevancia universal e intemporal.
3. OBLATOS
Originalmente oblates (del latín “oblatus” = ofrecidos) se refería a los niños que los padres ubicaban en el monasterio. Ellos elegirían si permanecer como monjes una vez que llegaran a la edad de la razón. Más adelante, como la institución monástica llegó a ser más formalizada bajo la ley eclesiástica, los oblatos eran miembros residentes de la comunidad que por varias razones no tomaban oficialmente votos vinculantes. Con el tiempo, el término “oblatos” también comprendió a la gente que vivía fuera del monasterio pero que tenía una relación especial con él.
4. JOHN MAIN
John Main fundó una nueva clase de comunidad benedictina basada en la Regla y en la práctica de la meditación tal como fue enseñada en la Tradición del Desierto. Desde sus comienzos, él dio igual valor a las formas de compromiso hechas por monjes o por oblatos. Los oblatos, en su visión, no estaban solamente vinculados a una familia monástica; eran miembros plenamente participantes y contribuyentes. Esto representó un retorno a una antigua tradición y a la vez un nuevo e importante desarrollo.
Hoy la comunidad formada alrededor del mundo a través de la meditación, testimonia la convicción de John Main: “la experiencia contemplativa crea comunidad”. La meditación nos lleva a la esencia de la identidad monástica: la búsqueda resuelta de Dios. Ella naturalmente despierta nuestro sentido de compartir esta búsqueda con otros.
Por supuesto, no todos los meditadores se convierten en oblatos. La Comunidad Mundial para la Meditación Cristiana representa, junto con otros diversos grupos inspirados, una forma contemporánea de vida cristiana contemplativa. John Main creía que la meditación ofrecía un camino para toda la gente, hacia el más profundo misterio de la experiencia cristiana. Su gran contribución fue “el camino del mantra”; una disciplina simple que puede ser practicada por la gente en cualquier estado de vida. Para algunos meditadores las raíces monásticas de esta tradición les ofrece de una manera personal especial un contexto y una visión para su peregrinaje.
5. POR QUÉ LA GENTE SE HACE OBLATA
Practicar la meditación diariamente no significa que uno tenga que hacerse oblato. ¿Por qué entonces algunos meditadores lo hacen? Porque sienten el valor de expresar de una manera visible y humana el sentido de comunidad que ellos sienten con otros que buscan a Dios en este camino. Porque todos nosotros necesitamos apoyo, aliento, inspiración y el desafío de los demás para profundizar nuestro compromiso. Porque el sentido de tradición necesita volverse real en una comunidad viviente, y la tradición benedictina es suficientemente profunda y amplia para brindar hospitalidad a una gama muy amplia de personas. También porque ellos ven que la vida moderna puede estar falta de sentido, focalización espiritual y equilibrio. En la visión benedictina, tal como se ha desarrollado durante 1500 años, ellos ven los elementos de un saludable estilo de vida: un equilibrio y una armonía de cuerpo, mente y espíritu. Un contexto para el estudio de las escrituras y para un pensamiento espiritual que el camino de la meditación alienta naturalmente y lo vuelve una fuente de gozo.
La visión oblata integra las dos formas gemelas de vida monástica, la soledad y la comunidad. Es básico para esta visión la centralidad de la oración – las diferentes formas de oración, que nos conducen a la “oración pura” de simplicidad y unidad tal como es enseñada por la Tradición del Desierto. Esto ofrece un sentido liberador de disciplina espiritual apropiado para el temperamento y estado de vida de cada cual.
6. EL COMPROMISO
Ser oblato/a no es un compromiso legalista. La misma Regla de San Benito es un documento muy flexible que requiere ser interpretado y que ha recibido muy diversas interpretaciones a lo largo de su historia. De la misma manera, la vida de un oblato o una oblata no está atada a una serie de reglamentaciones. La Regla es un criterio, un modo de ver lo correcto en lo torcido. Tener un libro de reglas rígidas no está en el espíritu benedictino de resaltar la virtud básica de la “discreción”.
Los tres votos básicos de la Regla benedictina son principios de vida a los cuales el oblato/la oblata se compromete de corazón y mente:
ESTABILIDAD: esto no significa meramente estabilidad física sino una fidelidad interior a la comunidad a la cual uno se ha unido. Pero esta estabilidad da sentido mediante el compromiso a una estabilidad más profunda del propio ser interior, calma y paz de la mente, y un siempre creciente arraigamiento en el Espíritu.
OBEDIENCIA: todos los grupos requieren una estructura de obediencia aunque fuera informal. Benito enfatiza la importancia de la obediencia y la consulta mutua. Pero la obediencia esencial es aquí la del oído espiritual puesto a tono con la Palabra de Dios, que resuena en todas las gentes y todas las situaciones, y en una rápida respuesta a esta Palabra.
CONVERSIÓN: las experiencias dramáticas de conversión pueden tener su valor, pero su significado está en abrir una nueva fase de vida. Este voto es un compromiso de ser siempre un peregrino, viviendo una continua conversión de la propia forma de vida mediante una siempre más plena armonía con los principios de paz, tolerancia, desinterés y generosidad y el coraje de decir la verdad sobre la injusticia.
Estos principios generales son vividos a partir de caminos personales. Hay, sin embargo, algunos elementos particulares del compromiso oblato que también realzan este significado:
- Un compromiso de practicar dos veces al día la meditación en la tradición que John Main ha trasmitido
- Alguna forma / parte del Oficio Divino, como oración matutina y vespertina
- Una corta lectura diaria de la Regla de San Benito
- Frecuente lectura de las Escrituras, Lectio Divina
- Compartir de alguna manera el trabajo de la comunidad para trasmitir la tradición cristiana de meditación
7. COMUNIDAD
Hay muchas formas diferentes de vida monástica y de comunidad. El/la “Monástico/a” de hoy – otro posible término para “Oblato/a” – puede vivir en solitario, en matrimonio o en una de las varias formas de vida compartida con otros. Todas estas formas de vida son posibles en la Comunidad de Oblatos. Reconocemos hoy al mismo tiempo, la necesidad de una pluralidad de formas y de un espíritu de experimentación en la medida que esta antigua tradición evoluciona.
El elemento básico de la Comunidad de Oblatos, sin embargo, es la “celda”. Esta palabra tiene una larga tradición monástica que se refiere originalmente al cuarto del monje. Entre nosotros es utilizado para describir la presencia, no solamente el espacio físico. Por lo tanto, una celda oblata puede existir donde hay solo un oblato viviendo en soledad con escaso contacto con otros oblatos. Se refiere también, más comúnmente, a un grupo de oblatos viviendo cerca unos de otros. Esta celda (célula/grupo de oblatos) se pondrá de acuerdo para encontrarse con regularidad, para meditar, compartir la Palabra y considerar sus maneras de compartir la tarea de la comunidad más amplia.
Hay también una circular y ocasiones como retiros, el Seminario John Main y otros eventos en la comunidad de meditación de los cuales los oblatos pueden participar y compartir la fuerza de su vínculo común.
8. ENTRANDO A LA COMUNIDAD
Como describe la Regla, entrar a una comunidad es un proceso y requiere discernimiento. Esto no es porque la comunidad sea ninguna clase de elite. Sino porque el total beneficio de ingresar demanda la comprensión más clara posible de las razones personales y del llamado al cual la persona está respondiendo.
El primer paso es entrar en contacto con un oblato/a o una celda y expresar interés. Luego un periodo de Postulantado puede comenzar, para el cual hay una ceremonia muy sencilla. Durante este periodo, de alrededor de seis meses, el/la postulante se beneficiaría de concurrir a los encuentros de la celda y otros eventos en los cuales se encuentran los meditadores. (Los encuentros de la celda no son nunca “cerrados”). La persona puede incluso usar este periodo para desarrollar una clara comprensión acerca de lo que es y lo que no es la comunidad de oblatos. Una lectura del libro de John Main “Community of Love” sería una ayuda en esta etapa, junto con una lectura inicial de la Regla de San Benito
El segundo paso es el comienzo del Noviciado Oblato, en lo posible, con una breve ceremonia de bienvenida y oración para pedir fecundidad para este paso. El noviciado oblato dura un año y puede ser extendido. Durante este tiempo, el novicio/la novicia comienza un estudio de la Regla, la tradición benedictina y la enseñanza de John Main y otros maestros de la tradición cristiana contemplativa. Aunque este año formativo no es primordialmente acerca de lectura, es importante asignar tiempo para esta tarea. La verdadera formación es la profundización de la toma de conciencia que tiene lugar en la medida en que la persona continúa meditando diariamente con un tranquilo sentido de la comunidad de meditadores, cercana y lejana.
La tercera etapa es la Oblación Final que es realizada en el momento del viaje espiritual personal en que pueda expresar el paso al interior de una comunidad y una tradición viviente. No es un paso que tendría que apresurarse, y debería tener un periodo de discernimiento, como un retiro, durante el cual la persona pueda reflexionar sobre el significado de los “votos” benedictinos tal como puedan aplicarse a las circunstancias particulares de su vida.
9. LA FORMA DE LA OBLACIÓN
La Oblación es hecha a y en la comunidad. El contexto es la Comunidad de Meditadores Cristianos, un monasterio sin paredes: la Comunidad Mundial para la Meditación Cristiana, W.C.C.M. (World Community for Christian Meditation).
SÍNTESIS
La Meditación trata sobre un viaje al Centro – el centro personal de cada uno y el Centro, que es Dios. La Meditación Cristiana es el viaje espiritual al interior de este centro, mediante llegar a estar centrado en el corazón y la mente de Cristo en un camino de silencio, simplicidad y quietud.
Convertirse en oblato/a en esta comunidad es un consentimiento y un compromiso de recentrar la propia vida y la propia atención en este misterio de Cristo y de Dios. Es un camino, entre otros, en el cual este viaje humano universal adquiere sentido y focalización, y se enriquece, tanto para el bien de otros como de uno mismo, con alegría y paz.
Laurence Freeman, OSB
Coordinadora de los Oblatos Benedictinos de la Comunidad Mundial para la Meditación Cristiana (WCCM): Trish Panton
Email: pantonamdg@ozemail.com.au
Tel: 61 2 9489 1780; Celular: +61 409 941 605
Traducción de Marina Müller