7 de diciembre 2014

PHOTO: LAURENCE FREEMAN

Extracto de John Main OSB, “Death and Resurrection”, MOMENT OF CHRIST(New York: Continuum, 1998), págs. 68-69

San Benito dijo a sus monjes, “Mantengan siempre la muerte delante de sus ojos”. No hablamos mucho sobre la muerte en el mundo moderno. Pero lo que la tradición Cristiana nos dice es que si nos queremos volver sabios debemos aprender la lección que tenemos aquí “no es una ciudad perdurable”. (Debemos oír) lo que la sabiduría de las etapas pasadas y presentes nos dice: Para tener la vida enfocada debemos tener la muerte enfocada… Hablar de la muerte es difícil de comprender para los mundanos. Ciertamente la principal fantasía desde la que operan lo mundano es el punto de vista opuesto: no la sabiduría de nuestra propia moralidad sino la pura fantasía de que somos inmortales, más allá de las debilidades físicas.

Pero lo que la sabiduría de la tradición de San Benito representa es que la conciencia de nuestra debilidad física nos permite ver nuestra fragilidad espiritual también. Existe una profunda conciencia en todos nosotros, tan profunda que frecuentemente está enterrada la mayor parte del tiempo, por lo que  tenemos que hacer contacto con la plenitud de la vida y la fuente de la vida. Debemos hacer contacto con el poder de Dios y de alguna manera, abrir nuestra frágil “embarcación terrena” al amor eterno de Dios, el amor que no puede ser saciado.

La meditación es el camino del poder porque es el camino a la comprensión de nuestra propia mortalidad. Es la forma de mantener nuestra propia muerte a la vista. Puede hacer esto porque es el camino más allá de nuestra propia mortalidad. Es el camino más allá de nuestra muerte a la resurrección, a una vida nueva y eterna, la vida que surge de nuestra unión con Dios.

La esencia del evangelio Cristiano es que estamos invitados a esta experiencia ahora, hoy. Todos estamos invitados a morir a nuestra propia auto-importancia, a nuestro egoísmo, a nuestras limitaciones. Estamos invitados a nuestra propia exclusividad. Estamos invitados a todo esto porque Jesús ha muerto antes que nosotros y se ha levantado de la muerte.

Nuestra invitación a morir es también a levantarnos a una vida nueva, a la comunidad, a la comunión, a una vida plena sin miedo. Supongo que es muy difícil estimar a que le teme la gente más- la muerte o la resurrección. Pero en la meditación perdemos el miedo a la muerte porque nos damos cuenta que la muerte es morir al miedo para resurgir a una vida nueva.

Cada vez que nos sentamos a meditar entramos en los ejes de muerte y resurrección. Lo hacemos porque en nuestra meditación vamos más allá de nuestra propia vida y todas nuestras limitaciones  hacia el misterio de Dios. Descubrimos, cada uno de nosotros a través de nuestra propia experiencia que el misterio de Dios es el misterio del amor, amor infinito-amor que elimina todo nuestro miedo.

Después de la Meditación: “ Blanco sobre blanco” “White on White,” W.S. Merwin, THE MOON BEFORE MORNING (Port Townsend, WA: Copper Canyon Press, 2014), p. 78.

La luna antes de la mañana
Arriba de las terrazas
Casi en la punta de la Torre de Babel mis ojos 
Viajan entre las nubes que vuelan
una vez más y se encuentran en casa 
entre pájaros migrantes que 
algunos regresan a la tierra
y otros que la han dejado
descansando en su perdida
vuelan sabiendo su incognoscible camino
y mis oídos los siguen
como siempre hicieron hacia los sonidos de antes
que escuchara y montan ecos
de una música tan familiar que 
no lo creí posible
sus pasiones tan profundas como siempre
subiendo del murmurar de los arroyos
cada momento que ame y perdí
subió hacia mí para reconocerlo
en el ruido de la lluvia de la noche
estoy despierto y he estado en casa todo el tiempo.