Martes de la 1ª semana de Cuaresma 2015. 24 de febrero.

Mateo 6: 7,15 Nuestro Padre que habita en el cielo..

Las gotas de agua que están precariamente suspendidas en la parte inferior de una fina rama de un árbol desnudo describen una imagen de Dios más cercana que los cuadros que podemos inventar en tronos o en sillones de cuero en la oficina del CEO.

¿Por qué razón nosotros queremos representar a Dios como una poderosa fuerza que trabaja (como lo queremos imaginar) interviniendo y controlando situaciones y haciendo cosas que resultan confortables para sus favoritos?

Imaginamos a nuestro Padre en el Cielo sentado en un poderoso trono porque el cielo es como un lugar de primera clase, una vía rápida de la carretera, un club exclusivo. Se espera encontrar la mejor ambientación en esa clase de lugares. Ese Dios así imaginado, siempre será inaccesible y desconocido porque – como los ricos, los famosos y todos los poderosos de este mundo – debe ser adorado, temido y halagado desde una considerable e  insalvable distancia establecida entre lo ordinario y lo divino.

Pero, ¿qué tal si la verdadera naturaleza y “poderío” de Dios han sido expresados en diferentes metáforas humanas? ¿Qué tal si el cielo fuera un lugar en el cual no hubieran distinciones sociales, donde lo vulnerable fuera más poderoso que lo opresivo?  ¿La fragilidad, la ternura, lo marginal, la belleza simple antes que lo magnificente?

Esto es mucho más difícil de creer como símbolo de lo que “Dios” significa, el verbo y el cielo, el lugar que no es espacial.  Ahora nos habla con la más grande verdad y nos deja una profunda impresión. Nos acerca a ver la verdad ayudándonos a observar las cosas como realmente son en un mundo en donde nosotros habitualmente tejemos ilusiones de éxito para ocultar nuestros miedos e inseguridades.

En un día balanceado con las dos sesiones de meditación a la mañana y a la tarde, las verdaderas sutilezas de la vida triunfan  ante los hábitos de la fantasía. En los días de Cuaresma, cuando el espíritu del auto-control y la atención precisa de los detalles agudiza nuestra percepción y suaviza nuestra ansiedad, Dios y el cielo descienden a la tierra.

Traducción: Marta Geymayr

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