Viernes de la 2ª semana de cuaresma 2015. 6 de marzo

Mateo 21:31-46: La piedra que rechazaron los constructores se ha convertido en la piedra angular.

 

El ideal ecológico es producir un nuevo tipo de energía a través de reprocesar todos los desperdicios. Todo aquello que ha sido tirado a la basura o rechazado es reintegrado a la economía de la vida y se establece así un nuevo sentido de ecuanimidad y de equilibrio. Pero esto es tan difícil de hacer en la vida interior como lo es a nivel global.

Cuando algo es tirado a la basura (desperdicio) o es etiquetado como inservible (rechazado) es acompañado por un sentimiento de fracaso o de oportunidad desperdiciada o  inconclusa. El instinto humano más profundo es buscar significado, totalidad, conexión e integración. Nada debería ser visto como separado del todo sencillamente porque no puede ser separado.  Todos tenemos relaciones o recuerdos que quisiéramos excluir porque no encajan en nuestro modelo de vida.  “No vivas en el pasado” es un buen consejo; sin embargo rechazar el pasado antes de que haya sido integrado significa que no puede ser trascendido. Rechazar, reprimir, es solamente cavar un hoyo más profundo del cual nos va ser más difícil salir. Podemos, en nuestra edad avanzada, olvidar lo que hemos reprimido, pero el pasado no se ha olvidado de nosotros.

La Meditación es la exposición de toda nuestra persona al resplandor del presente.  Mientras más fuerte sea la luz del ahora, la cual contiene todo el tiempo y revela la simple unidad de la vida, mayor es la integración, y la trascendencia subsiguiente ocurre de forma natural, en su propio tiempo.

Mucha gente ha tenido esta experiencia en momentos de gracia o crisis cuando la estructura del tiempo (pasado, presente y futuro) sencillamente se derrite y así pueden percibir el espectro completo de la historia de su vida en un instante. La contemplación siempre es contemporánea.

Otra forma de regresar para aquello que ha sido rechazado (el “regreso de lo reprimido”) es darse cuenta que el rechazo nunca funciona. Solamente nos enreda más con aquellos aspectos de un recuerdo que nos disgustan. Eventualmente regresa (como lo hizo Jesús) y es percibido de forma muy diferente.

Una enfermedad que hace que nuestra vida derrape, en donde perdemos el control, se convierte en una revelación y una bendición. Un niño lisiado visto como algo inconveniente, un castigo o una vergüenza puede ser rechazado de varias maneras. Entonces los ojos de la familia se abren y pueden ver al niño como un regalo de Dios que los inunda de asombro y gratitud. La piedra rechazada se convierte en la piedra fundamental.

Traducción: Guillermo Lagos

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