Miércoles de la 3ª semana de Cuaresma 2015. 11 de marzo

Mateo 5: 17-19: No he venido para abolir, sino para dar cumplimiento.

Estas últimas lecturas nos han ilustrado cómo Jesús trató con la crítica y el rechazo - las cosas que menos nos gustan en la vida. Su ejemplo de integridad completa nos inspira a recordar lo que significa la plenitud. Nos alienta a pensar que es humanamente posible.

Cuando vemos hipocresía - la enemiga de la integridad - somos cautelosos. Si la condenamos - como Jesús y los grandes maestros hicieron - nos exponemos a ser atacados. A nadie le gusta ser llamado hipócrita, sin embargo, a cierto nivel, sabemos que lo somos. La palabra viene del griego hypokrisis que significa 'actor'. Y es casi inevitable que pretendamos ser o sentir lo que no somos, aun si quisiéramos ser lo que pretendemos. "Lo siento mucho" (queriendo decir 'supéralo'). "Cambiemos" (queriendo decir 'tú primero'). Te quiero ('siempre y cuando').

No tenemos que sufrir por nuestra inautenticidad, simplemente admitirla. Eso la desarticula y previene que nuestro falso yo nos bloquee el camino a niveles más profundos de consciencia donde sólo podemos ser quienes somos, y donde la verdad no es algo que pensamos o decimos, sino una completa experiencia (inter) personal. La prueba de que estamos llegando ahí es que no nos tomamos tan en serio y que nos reímos de nuestro falso yo y aceptamos que otra gente haga lo mismo.

Gradualmente la máscara del actor se convierte - como en el gran teatro más que en una telenovela - en un medio transparente para revelar la verdad más profunda. La forma puede entonces comunicar el vacío que es plenitud. (Dios es la unión del vacío y lo pleno).

Lo maravilloso es que esto sucede - si lo permitimos y hacemos el espacio necesario - de maneras sutiles y en las cosas más ordinarias de la vida. (Ver a Dios en todos). Por eso, la Cuaresma se trata de las cosas pequeñas. Y por eso, la meditación es más sobre práctica que sobre buenas intenciones.

Laurence Freeman OSB

Traducido por Enrique Lavín