Martes de Semana Santa

PHOTO: LAURENCE FREEMAN

Jn 13:21-33, 36-38: Era de noche

 

 

Hoy se nos pide que nos centremos en lo que ocurrió en la última cena. Es un claroscuro – lo austero, lo descarnado confrontándose a la oscuridad y a la luz. Hay que despojarse de pesadas sombras.

Las sombras se generan cuando la luz se topa con un objeto resistente que se niega – o que no puede - ser transparente. Esta resistencia es el ego y el pobre Judas su símbolo universal. Con todo el dolor de su corazón, Jesús ve y les dice a sus acompañantes que será traicionado. El sabe que su final viene de la mano del rechazo total y del abandono. Sus acompañantes nunca dicen “nunca”. Ellos preguntan “quien”. Cada uno espera no ser el. 

Sólo el joven Juan, “el que Jesús amó” y el que permaneció de pie junto a la Cruz, se atrevió a preguntarle ¿“quien”? Jesús ofrece un pedazo de pan – ¿antes o después de sus palabras de consagración? – a Judas. Entonces Satanás entra en Judas. Y “es de noche” para este alegre grupo de discípulos. Esta maravillosa comunidad de ideales está a punto de explotar. “Satanás” significa negación, rechazo, la resistencia sólida al poder de la luz que se refracta en la sombra oscura.  En la historia Cristiana posterior, Satanás también es llamado el Anti-Cristo por que si bien aparenta ser aceptación y reverencia de hecho es todo lo contrario que se puede llegar a ser. 

Aquellos en los que Satanás, en este sentido, entra ni siquiera se dan cuenta. Por eso es tan terrorífico, escalofriante, y peligroso. La corrupción de lo mejor es lo peor y lo peor siempre encuentra una forma de justificarse y celebrarse a sí mismo.  La traición es fea y procura maquillarse. Pero zambúllete en esta sombra y encontrarás un resplandor extraño.  Rumi quizás vislumbró esto cuando dijo “si eres el amante del Amor y buscas el Amor, toma una daga afilada y corta la garganta de la timidez.”

Sin embargo, en momentos desafiantes, la única forma de protegernos a nosotros mismos de este autoengaño masivo es intimar con la verdad, recostar nuestra cabeza en su pecho y permitirnos así ser aquel a quien la verdad ama. Este reposo, este dejarnos ser amados, esta intimidad con el maestro que disuelve el ego, es el significado de la meditación en la fe Cristiana. 

Laurence Freeman OSB

Traducción John Siska

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