22 de mayo 2016

Fragmento de John Main OSB, “Growing in God”, THE WAY OF UNKNOWING (New York:  Crossroads, 1990), págs. 79-81


¿Cuál es la diferencia entre lo real y lo irreal? Creo que una forma es ver lo irreal como producto del deseo. Una cosa que aprendemos en la meditación es a abandonar el deseo, y lo abandonamos porque sabemos que estamos invitados a vivir plenamente en el momento presente. La realidad requiere quietud, silencio y presencia. Ese es el compromiso que hacemos al meditar. Como podemos atestiguar por experiencia propia, en el silencio y la quietud aprendemos a aceptarnos como somos. Esto suena extraño para los oídos modernos, sobre todo a los Cristianos modernos que han sido educados en la práctica del esfuerzo ansioso: ¿No debería ser ambicioso? ¿Qué tal si soy malo?, ¿No debería desear ser mejor?

La verdadera tragedia de nuestro tiempo es que estamos llenos de deseos, de poder, de riqueza, de éxito, de cualquier cosa, que siempre estamos imaginándonos como deberíamos ser. Así que rara vez llegamos a conocernos como somos en realidad y aceptar nuestra situación actual. Sin embargo, la sabiduría tradicional nos dice: “conoce qué eres y que eres cómo eres”. Es posible que seamos pecadores, y si lo somos es importante que sepamos que lo somos. Pero mucho más importante es que sepamos que Dios es el fundamento de nuestro ser…. Esta es la estabilidad que necesitamos, no el esfuerzo y el movimiento del deseo, sino la estabilidad y la quietud del arraigo espiritual. Cada uno de nosotros está invitado a aprender en nuestra meditación, en la quietud en Dios que ya tenemos todo lo que se necesita. (…)

 

Después de la meditación: de San Agustín de Hipona, “The Confessions”, AN ANTHOLOGY OF CHRISTIAN MYSTICISM, editorial Harvey D. Egan (Collegeville, MN: The Liturgical Press, 1996), pág. 68

Te he amado por tanto tiempo. O belleza, tan antigua y tan nueva, ¡durante tanto tiempo te he amado y observado! Tú estabas dentro de mí y yo afuera, y ahí te buscaba, corrí apresuradamente a las cosas tan bien hechas por ti. Tú estabas conmigo, pero yo no estaba contigo… (Pero) me llamaste, gritaste y rompiste mi sordera; brillaste sobre mí y dispersaste mi ceguera; exhalaste tu fragancia que inhalé en mi aliento…

 

Selección: Carla Cooper

Traducción: Guillermo Lagos