3 de julio 2016

Fragmento de Laurence Freeman OSB, “Letter Nine”, COMMON GROUND (New York: Continuum, 1999), págs. 103-104


Mientras más conscientes estamos de nuestro verdadero Yo, más vemos cambiar nuestra actitud hacia los demás, reflejada en la forma en que nos relacionamos con ellos. El miedo disminuye, el amor generoso crece; el enojo cede ante la sabiduría del perdón; el juicio es absorbido por la paciencia. En el lugar del control y la manipulación las cuales, a los ojos del ego, hacen girar al  mundo, una libertad asombrosa se visualiza como una posibilidad real en las relaciones humanas: la libertad que surge cuando la gente permite al otro ser quien es. (…)

Pero qué riesgo. El gran riesgo que tomamos en la meditación primero es ser nosotros mismos. Este es el primer paso. Empero, si no damos los pasos siguientes, nunca nos moveremos de donde estamos;  estaríamos saltando en una pierna toda nuestra vida. El siguiente paso que debemos dar es tomar el riesgo de permitir a los otros ser ellos mismos. Percibir su realidad como diferente de la nuestra, es la forma de lograrlo. (…)

Quitar la atención de nosotros y dirigirla hacia la realidad mayor “fuera de nosotros” que nos contiene es el gran acto de la contemplación. Es la misma acción de contemplación, sin importar como la hacemos- en las relaciones, en el arte, en el servicio, y en la oración. Ciertamente, aprender a meditar- un arte que toma toda la vida aprender- es una forma fundamental para hacerlo. Pero no se limita al trabajo de la meditación. Meditar es aprender cómo vivir contemplativamente en todo lo que hacemos, (a), como San Antonio del desierto una vez llamó a sus discípulos a hacer: “siempre respiren Cristo.”

 

Después de la meditación: “Sojourns in the Parallel World” por Denise Levertov en THE LIFE AROUNS US: Selected Poems on Nature (New York: New Directions, 1997), págs. 75-76

Vivimos nuestras vidas de pasiones humanas,

crueldades, sueños, conceptos,

crímenes y el ejercicio de la virtud

en y a un lado de un mundo libre

de nuestras preocupaciones- empero afectado,

ciertamente, por nuestras acciones. Un Mundo

paralelo al nuestro pero solapado.

Le llamamos “Naturaleza”: solo a regañadientes

admitiendo a nosotros ser “Naturaleza” también.

Cuando perdemos el rastro de nuestras obsesiones,

nuestras preocupaciones, porque desvariamos por un minuto,

o aún una hora, de pura (casi pura)

respuesta  a esa vida desenfadada:

nube, pájaro, zorro, el fluir de la luz,

el peregrinaje danzarín del agua, la vasta quietud

de recuerdos fascinantes sobre un ventanal iluminado,

voces de animales, el zumbido mineral, el viento

conversando con la lluvia, el océano con la roca, el tartamudeo

del fuego al carbón- entonces algo atado

en nosotros, restringido como un burro en su pedazo

de pasto roído y cardos, se libera.

Nadie descubre

justo donde hemos estado, cuando estamos atrapados de nuevo

en nuestra propia esfera  (Donde hay

que volver, de hecho, para desarrollar nuestros destinos)

--pero hemos cambiado, un poco.

 

Selección: Carla Cooper

Traducción: Guillermo Lagos