27 de agosto 2016

Fragmento de “The Silence of the Soul”, por Laurence Freeman OSB en THE TABLET 10 Mayo de 1997


Nuestros pensamientos, temores, fantasías, esperanzas, enojos, y atracciones están todos surgiendo y cayendo momento a momento. Automáticamente nos identificamos con estos estados pasajeros o compulsivamente recurrentes sin pensar lo que estamos pensando. Cuando el silencio nos enseña la poco confiable transitoriedad de estos estados, nos enfrentamos a las preguntas difíciles de quién somos en realidad. En silencio debemos de luchar con la terrible posibilidad de nuestra no-realidad.

El pensamiento Budista hace de esta experiencia -la que llaman anatman o no ser- uno de los pilares centrales de la sabiduría en su camino a la liberación del sufrimiento y uno de sus medios esenciales para la iluminación. Se alienta al practicante budista a buscar este sentido de transitoriedad interior y en lugar de huir, zambullirse en ella, como hicieron Meister Eckhart y los grandes místicos Cristianos.

Es comprensible que a la gran mayoría de la gente se le dificulte entender la idea Budista de anatman. Qué absurdo, qué terrible, que sacrílego es decir no existo. De hecho la mayor parte de este antagonismo carece de fundamento o está basado en interpretaciones erróneas. No significa que nos existamos, sino que no existimos en una independencia autónoma, la que al ego le gusta imaginar que tiene; la clase de fantasía con la que la serpiente tentó a Eva. Es la clase de arrogancia de la que mucha gente religiosa es víctimas.

No existo por mí mismo porque Dios es el fundamento de mi existencia. A la luz de este entendimiento leemos las palabras de Jesús en el Nuevo Testamento con una percepción más profunda. ”Si alguien quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame; porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, éste se salvará (Lucas 9: 23-24). Sí a través del silencio podemos acoger la verdad del anatman, haremos descubrimientos importantes acerca de la consciencia. Descubriremos que la consciencia es mucho más asombrosa que el sistema calculador, computador y juzgador de la mente. Somos más de lo que pensamos. La meditación no es lo que pensamos.

 

Después de la meditación, de THE DHAMMAPADA, “The Pad”, versos 276-279, editado por Anne Bancfroft (Rockport, MA: Element, 1997), pág. 81

Debes hacer el esfuerzo, el despertar solo señala el camino. Aquellos que han entrado al sendero y quienes meditan, se liberan de las ataduras de la ilusión.

Todo está cambiando. Surge y fallece. Aquel que se dé cuenta de esto se libera de la tristeza. Este es el sendero luminoso.

Existir es conocer el sufrimiento. Date cuenta de esto y libérate del sufrimiento. Este es el camino radiante.

No existe un ego separado para sufrir. Quien entiende esto es libre. Este es el camino a la claridad.

 

Selección: Carla Cooper

Traducción: Guillermo Lagos