4 de septiembre 2016

Fragmento de Laurence Freeman OSB, “Dearest Friends”, WCCM International Newsletter, Winter 2001


La paz no se alcanza a través de desarraigar y destruir el mal. Cuando nos volvemos conscientes de nuestros vicios-ira, orgullo, avaricia, lujuria- el intento de destruirlos fácilmente se convierte en odio a uno mismo. Después de todo, si no somos capaces de amarnos a nosotros ¿por qué preocuparnos de amar a otros? En vez de destruir tus defectos es mejor trabajar pacientemente en implantar las virtudes- un trabajo más lento y menos dramático pero mucho más efectivo. Y en lugar de evitar los peligros de la hipocresía religiosa y el fariseísmo crea una personalidad para trabajar mucho más agradable. Escondidas entre todos nuestros defectos- nuestra capacidad para hacer el mal- están también las semillas de muchas virtudes. El terrorista debió haber tenido la semilla de la justicia antes de que su enojo e ilusión de que es un instrumento de la ira de Dios lo haya conquistado. Cuando hacemos la guerra contra nosotros mismos (muchos de los grandes fanáticos religiosos han sido abnegados) nos arriesgamos al crear un gran daño colateral: la destrucción de las semillas de nuestras virtudes. Todo acto de violencia es un crimen contra la humanidad porque niega al mundo de la bondad desconocida.

El primer paso para implantar las virtudes que eventualmente destruirán nuestros vicios es el establecimiento de la virtud fundamental de la oración constante. A través del ritmo silencioso de la oración la sabiduría penetra lentamente nuestra mente y el mundo. La sabiduría es el poder que puede sacar bien del mal.  Como dice el libro de la sabiduría, “la esperanza para la salvación del mundo recae en el mayor número de gente sabia.” El sabio conoce la diferencia entre el auto-conocimiento y la auto-fijación, entre el desapego y la dureza de corazón, entre la corrección y la crueldad. No existen reglas para la sabiduría. Las reglas nunca son universales. Pero la virtud si lo es.

 

Después de la meditación, de The Book of Wisdom 8: 21-29 en Christian Community Bible (Quezon City, Philippines: Claretian Publications, 1997), p. 925

He llegado a conocer todo lo que se ve y todo lo que permanece escondido, debido a que la Sabiduría, quien ha diseñado todo, me enseñó. En ella se encuentra un espíritu que es inteligente, santo, único, diverso, sutil, activo, conciso, puro y lúcido. No puede corromper, ama lo que es bueno y nada lo puede restringir. Es caritativo, ama a la humanidad, firme, confiable, apacible siendo omnipotente. Lo ve todo y penetra todos los espíritus, sin importar cuan inteligentes, sutiles y puros puedan ser.

La Sabiduría sobrepasa en movilidad todo lo que se mueve, y siendo tan pura permea y penetra todas las cosas. Ella es un suspiro del poder de Dios, una emanación pura de la gloria del Todopoderoso; nada impuro puede entrar en ella. Ella es un reflejo de la luz eterna, un espejo impecable de las acciones de Dios y una imagen de su bondad. Ella es una, sin embargo la Sabiduría puede hacerlo todo y es invariable, renueva todas las cosas. Entra en las almas santas, convirtiéndolas en profetas y amigos de Dios… Es más bella que el sol y sobrepasa a todas las constelaciones; aventaja a la luz, porque la luz cede ante la noche pero el mal no puede prevalecer frente a la Sabiduría.

 

Selección: Carla Cooper

Traducción: Guillermo Lagos