16 de octubre 2016

Fragmento de Laurence Freeman OSB, “Dearest Friends”, Christian Meditation Newsletter, Vol 33 No 3 Sept 2009, págs. 4,5,6


Aprender a estar en silencio implica el quitar atención de nosotros mismos, al menos de la manera compulsiva en la que usualmente pensamos en nosotros, viendo por encima del hombro o vislumbrando en el horizonte. ¿Qué debería hacer? ¿Cómo puedo ser más feliz? ¿Soy un fracasado o soy exitoso? ¿Qué piensa la gente de mí? ¿Tengo el control?

Estas preguntas generalmente determinan nuestras decisiones y el patrón de crecimiento o declinación. Cada pregunta surge de un sentido de concebirnos como objetos, el cuál tiene, por supuesto, un papel que jugar en nuestra vida… Pero con mucha facilidad estas preguntas se pueden convertir en el aspecto dominante de la mente desde la que vivimos la vida la mayor parte del tiempo. Nos volvemos su esclavo. Cómo nos vemos a nosotros mismos (el ego como una cámara de seguridad registrando cada palabra y cada gesto) y como nos ven los demás (el sentirse evaluados y ser encontrados deficientes) ha generado, con la ayuda de los medios, una obsesión cultural con nuestra auto imagen. Desenfrenados e inalterados destruyen la confianza en nuestro verdadero ser que nos permite arriesgarnos y entregarnos- en otras palabras, a vivir. (…)

Durante la visita a Noruega… nadé, en un día glorioso, en un fiordo en Oslo. Cómo no me gusta el agua fría la probé con el dedo de mi pie encontrándola demasiado fría para mi gusto. Sin embargo, avergonzado por el valor de mi compañero Vikingo que ya se había metido al agua, me arme de valor y lo seguí. El estallido frio abrió mi mente, pasé una agonía momentánea, pero después, conforme empecé a nadar y la temperatura de mi cuerpo se regularizó, eventualmente se volvió una sensación agradable.

A todos nos da miedo zambullirnos; encontramos excusas para evitar sentarnos en silencio y huimos del inicio del silencio. Pero cuando nos volvemos al silencio, la vida se abre de golpe con una frescura y conmoción que es la energía de la vida de Cristo. En un instante los temores, prejuicios, y las prisiones que hemos auto-construido de la condición humana empiezan a desmoronarse. Ir al cuarto interior como nos dice Jesús es una forma de describirlo. Pero al entrar a este cuarto descubrimos que nos estamos moviendo a través del espacio sin fronteras.

 

Después de la meditación: “Just Now” por W.S. Mervin en THE PUPIL (New York: Knoph, 2001), pág. 62

Justo ahora

En la mañana conforme la tormenta se empieza a disipar

el cielo claro aparece por un momento y me parece        

que ha habido algo más sencillo de lo que jamás pude haber creído,

más sencillo que empezar a encontrar las palabras para describirlo       

no paciente, ni siquiera esperando más ocultamiento

que el aire mismo que se volvió parte mío por un tiempo

con cada respiro  y que permaneció conmigo sin ser notado

algo que estuvo aquí sin ser nombrado ni conocido en los días

y las noches no separados de ellas como llegaron y se fueron

no debió haber sido ni temprano ni tarde entonces,

con cual nombre puedo llamarlo ahora y darle mi agradecimiento.

 

Selección: Carla Cooper

Traducción: Guillermo Lagos