19 de febrero 2017

Fragmento de Laurence Freeman OSB, JESUS THE TEACHER WITHIN (New York: Continuum, 2000), págs. 186-187

 


El Espíritu es la ausencia de ego, el vacío sin límites, de Dios. Por lo tanto, llena todo con su vacío y contiene “toda la verdad”.  Solo el vacío puede contener todas las cosas. Regresando a nosotros en el Espíritu de la verdad, tanto como amigo como maestro, Jesús puede por lo tanto ser al mismo tiempo divino y humano, histórico y cósmico, personal y universal. Él es onda y partícula, plenamente identificado, capaz de ser su único ser individual y al mismo tiempo ser indivisible de todas las cosas. Esto hace su muerte, toda muerte, significativa y necesaria.

En el evangelio de San Juan, la Resurrección y el envío del Espíritu son vistos como un solo evento. En el anochecer del día de Pascua, Jesús vino y se paró entre los discípulos mientras ellos estaban reunidos con miedo encerrados en un cuarto. La primera palabrea que les dijo fue Shalom. Rica palabra hebrea que significa paz que invocó la bendición de la armonía de todos los estratos del ser. Shalom fluye directamente de la Divina armonía, que es el Espíritu. Recibirlo es compartir en esa paz, más allá de todo entendimiento.

Jesús sopló sobre ellos y les dijo, “Reciban al Espíritu Santo.” Su aliento, que llevaba sus palabras hacia sus mentes y corazones que escuchan, es un medio del Espíritu. En ese momento les dio el poder de perdonar los pecados. Este poder de perdonar…. es un carisma del Espíritu porque el perdón remueve el mayor de todos los obstáculos para la comunicación. Cura las heridas, confiesa la verdad que nos hace libres, consuela el dolor, calma la ira, disuelve el resentimiento, consigue la reconciliación de los enemigos.

Cualquiera que sepa la Verdad tiene el poder de perdonar… Aprendemos a través del efecto que tiene en nosotros, lo que es el Espíritu: Un amigo que no tiene favoritos y que libera el poder de amar, de perdonar sin límites. Ella está más allá de la observación, pero la podemos reconocer a través de la huella silenciosa, influyente, sanadora, consoladora que deja en su paso por nuestras vidas.

 

Después de la Meditación: “In Whom We Live and Move and Have Our Being,” Denise Levertov en THE STREAM AND THE SAPPHIRE: Selected Poems on Relegious Themes (New York: New Directios, 1997), pág. 27

 

“En Quién Vivimos y Movemos y Tenemos Nuestro Ser”

 

Los pájaros flotando en la corriente de aire,

¿aliento sagrado? No, no es respiro de Dios.

Parece, pero Dios

el aire envolviendo todo el globo del ser.

Somos nosotros quienes respiramos, adentro, afuera, lo sagrado

hojas activas, nuestras alas

subiendo, agitadas- pero solo los santos

toman vuelo. Nos achicamos

ya sea en una hendidura del acantilado, o afuera con cautela

sobre las ramas cerca del nido. El viento

marca el paso de los santos montando

este océano de aire. Poco a poco

nos alcanza su estela, nos mueve.

Pero en tormenta o en calma,

adormecidos o preparados en atención

inhalamos, exhalamos, inhalamos

abarcados, incluidos.

 

Selección: Carla Cooper

Traducción: Guillermo Lagos