Martes de la 4ª semana de Cuaresma, 28 de marzo 2017

Mark Rothko se convirtió en el gran exhibidor de color puro en el último período de su vida. Varios de sus enormes lienzos forman la Capilla Rothko en Houston (cerca de donde estaremos celebrando el Seminario John Main en agosto). No están en la capilla. Son la capilla y no hay ningún otro trabajo o signo en el espacio circular, excepto esos catorce lienzos de tonos oscuros. Sigue leyendo.

La experiencia de la presencia es vasta y personal y casi opresiva, al menos hasta que cedes a ella.

En respuesta a una pregunta sobre lo que significaba su pintura, Rothko dijo una vez: "mis pinturas no son imágenes de una experiencia. Son una experiencia". Después de verlas, creo que escuchamos estas palabras como una simple descripción y no como una expresión de autoestima de ningún tipo. Me recuerdan a una de las enseñanzas características de John Main sobre la simplicidad de la meditación. Quería que la gente no se imaginara ni discutiera lo que es la "experiencia", sino entrar en ella. Él diría: 'no trates de experimentar la experiencia'. En nuestro muy auto-consciente y auto-evaluador enfoque de todo de nuestra mente moderna, esto es un punto importante para escuchar y tratar de entender. (¿Con qué frecuencia leemos una historia política y nos damos cuenta de que no se trata de los temas, sino de las personalidades o las encuestas de opinión?). Si no estamos alertas a este hábito de la mente, estamos conduciendo por la carretera de la meditación con nuestro freno de mano, preguntándonos por qué una luz roja está parpadeando en nuestro tablero y por qué hay un olor a caucho quemado. La misma verdad se encuentra en la observación de Jesús al comienzo de Cuaresma de no dejar que tu mano izquierda sepa lo que está haciendo tu mano derecha cuando realizas una buena acción. (No sacrificar el flujo de la vida a la fijeza de la observación).

El movimiento de pensamiento y sentimiento en el siglo XIX que llamamos "romanticismo" tiene poco que ver con las comedias románticas de Hollywood. Fue una protesta y una reacción contra el creciente sesgo de la vida moderna hacia el cerebro izquierdo, que somete toda la experiencia al examen y análisis microscópicos y, al hacerlo, pierde la gestalt, la totalidad o, como diríamos, la dimensión espiritual. Muchos de los románticos habían sufrido depresión clínica debido a esto. Ellos encontraron su camino a través de la apertura a una nueva forma de percibir el mundo en su belleza y fresca inmediatez. Thomas Carlyle lo expresó de esta manera: "Pregúntate a ti mismo si eres feliz, y dejas de serlo. La única oportunidad es tratar, no la felicidad, sino algunos fines externos a ella, como el propósito de la vida. Permite que tu auto-consciencia, tu escrutinio, tu auto-interrogación se agoten en eso”.

Una vez que veas esto por ti mismo, es la cosa más simple y más obvia del mundo. Centrarse en el otro - no buscando la propia felicidad como un fin en sí mismo - es el camino. Decir el mantra como una expresión de esta conciencia desconecta el freno de mano.

Es el significado de las prácticas que estamos observando durante la Cuaresma, sin importar cuán exitosa o pobremente podamos evaluarlas.

Traducción: Marina Müller WCCM Argentina

 

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