Miércoles de la 4ª semana de Cuaresma, 29 de marzo 2017

John Main pensó que el pecado dominante de los cristianos era subestimar la completa maravilla de su fe y potencial. Es increíble. Esta es una fe que presenta tales perspectivas de mentes expansivas acerca de la infinita capacidad de la naturaleza humana y acerca de la relación entre Dios, la naturaleza y la completa gama humana de la ternura, la alegría y el sufrimiento. Sigue leyendo.

Todavía en la vieja cristiandad del Oeste, aún ahora es vista largamente como aburrida, socialmente conservadora, moralista y demasiado preocupada, si no obsesionada, con la sexualidad genital. En otras áreas, es desagradablemente fundamentalista, descortés a otras religiones, excluyente y tan restringida intelectualmente como la Casa Blanca. ¿Qué salió mal? Y, ¿puede ser cambiada para traer su medida de esperanza y energía creativa a nuestra crisis moderna?

Si tuviera que decir sí o no, diría sí. Pero claro, yo no lo sé y la pregunta planteada de esta manera es probablemente muy amplia y abstracta. Tal vez en esta etapa necesitamos un planteamiento contemplativo más bien que eclesiástico. Me gusta la distinción, por ejemplo, entre “eclesial” y “eclesiástico”. Ambos se refieren a la “iglesia”, pero con significados muy diferentes. Eclesial sugiere un despertar emergente con profundidad y significado dentro de una acogedora comunidad abriendo el acceso a algo más grande que la suma de sus partes. Es un vivo mundo simbólico, en el cual somos liberados del legalismo por la disciplina de la adoración. Eclesiástico significa, bueno, excesivamente de la iglesia, lo cual, las mejores personas religiosas estarían de acuerdo que es por lo menos poco atractivo, si no en verdad repelente. Sin embargo, hay tal cosa como el amor religioso y es una forma maravillosa de amor para descubrir. Pero no es excesivamente de la iglesia.

Lo que podemos decir es menos acerca de “cómo podemos hacer que la iglesia sea relevante” o “cómo lograr que la gente joven se involucre más”.

Podemos actuar desde y sobre la verdad de que una extraordinaria y sin embargo universal experiencia se mantiene latente en cada ser humano. Aun sin palabras para explicarlo, esta experiencia puede ser despertada para mostrarnos a cada uno de nosotros la maravilla y profundidad de la fe cristiana. Por ejemplo, paz. Esta paz, de la cual  las Escrituras hablan todo el tiempo, está allí. O alegría. La alegría es un manantial interior esperando aún ser explotado, mucho más allá del templo del consumismo. Si nos enfocamos más en despertar esta experiencia, la forma futura y el significado de la iglesia se desplegaría y no estaríamos solo contando los números de traseros en los bancos de la iglesia.

De hecho, no podemos despertar esta experiencia en otros. Ese es el error en poner todo el énfasis en “ir a la iglesia”. Ir a la mayoría de  iglesias tiene sentido como una respuesta a esta experiencia más bien que como una manera de encontrarla. Sin embargo, si tienes suerte, podrías encontrar una iglesia con una buena y amorosa comunidad que ayude a una amplia gama de personas a encontrar esta experiencia por ellos mismos y unidos.

No estoy seguro qué tiene que ver esto específicamente con la Cuaresma. Pensaré en una conexión para mañana. Excepto que una de las expresiones menos eclesiásticas del cristianismo fue la de los primeros monjes del desierto. Ellos vivieron y respiraron diariamente la Cuaresma con alegría, compasión e inteligencia espiritual . Y, después de las palabras de Jesús, allí es donde la sabiduría de la meditación fluye más poderosamente dentro del camino cristiano de vivir fielmente.

Traducción: Jorge Rago WCCM Venezuela

Categorías: